"Por la razón o la fuerza", de lo que se deduce algo así como: o comprendes mi punto de vista o te lo explico a palos ¿no?... El fin republicano, el del estado de derecho actual, más aún de origen bastardo bajo la dictadura militar, justifica lo arbitrario, lo lapidario, lo concluyente, con la más absoluta disposición agresiva y arrogante -de entrada- y que, por lo mismo, no hace sino sugerirnos una necedad, desbordando groseramente los límites de un equilibrio al que por otra parte dice propender en democracia, invitándonos a la discusión resuelta de antemano... No caben aquí gestos de conciliación alguna. El asunto es aplastar, anticipadamente, con este lema de presentación, cualquier respuesta en contra de "lo establecido", y por la fuerza.
Al final, probablemente este lema, y por lo asumido que está bajo la robusta doctrina supraoficial, es un fiel retrato de lo que hemos sido hasta ahora como chilenos, no sólo en el ámbito de la relación con nuestros vecinos latinoamericanos, sino también en la institucionalidad de nuestra convivencia interna, por decenios... ¿Qué acaso el sistema económico imperante y constitucionalizado no ha sido impuesto bajo el mismo principio "patrio"?.
Pero esto es más amplio aún (¿más todavía?), y uno de sus flancos nos lleva a concluir cierto narcisismo que seguramente padecemos, junto con su respectivo barranco por cierto, en la frustración de las altas, pero tan altas expectativas que tenemos frente al espejo... imposibles por inconsistentes (tal es el caso de la euforia desmesurada respecto de la selección en el mundial de fútbol), para sentenciarnos, en definitiva, en la fluctuación o bipolaridad colectiva, total y dinámica, en su fugaz condición emocional de turno, pendiendo en este caso de goles a favor o en contra...
De acuerdo a lo observado en la experiencia histórica chilena, por
preponderancia, la razón más bien ha estado demás, no nos engañemos. Ni el
hincha aquel pretendió jamás hacer uso de ella, ni menos de plantearla -tan
tonto no era-, sabia que tratar de hacerse entender era imposible (porque más
encima "los güeones" hablaban todos portugués...), y recordó,
oportunamente, o más bien oportunistamente, para su pasión intensa por "la
roja", que le quedaba ese bendito y patriótico por la fuerza... ¡C H I!...
Javier Farías Aguila.