Escribe aquél -motivo de esta crónica- en relación al disco que quiere grabar, por el que solicita fondos a través de una plataforma en internet, lo siguiente: "mi objetivo, a través de este disco, es llegar a la mayor cantidad de gente posible"... Y bien, puede que efectivamente sea tal su objetivo, pero este individuo es una de aquellas "islas perdidas", y más bien expresa querer "ser descubierto" por cuánta gente convoque más que por cuánto realmente esto se justifique... (Algo así como "cuántos" me conozcan por sobre "cuánto" me conozcan).
Los sueños se desorientan fácilmente, y lo que comenzó como un juego de expresión, una situación puramente creativa e íntima, una inspiración verdadera acaso, de sensibilidades auténticas y legítimas a través del arte, no tarda en convertirse en la desesperación tras el paradigma del artista coreado por las masas, pasando por alto todo desarrollo anterior necesario. Por cierto que me refiero a los "artistas" que tienen afán de poesía en sus textos y otras características afines, pues de lo contrario sabemos de tanta mierda que con muchísimo menos pulcritud a la que me refiero como condición, gozan de la tan perseguida fama en circunstancias que no exigen más que la vulgaridad o el lugar común por decir lo menos, y obviamente en un esfuerzo bastante menos conectado con el alma...
Estas observaciones me parecen un buen ejercicio para la comprensión de uno mismo. A veces te adviertes allí para rectificar ¿no?... Todos están más expuestos a través de las "redes sociales", y es una ventaja cuando de vernos en el otro corregimos lo propio, o bien, reafirmamos aquello por lo cual, con cierta duda quizá, pensamos sea lo menos equivocado.
Javier Farías Aguila