El navío no era nuestro,
ni tampoco el mar ni la tormenta ni los pájaros cantando tras el vidrio.
Era nuestro lo no sido, lo esperado,
la congoja de todo lo perdido, la semilla intrascendente,
lo que nunca fue por no encontrado
ni tampoco hallado por no haber sido.
ni tampoco el mar ni la tormenta ni los pájaros cantando tras el vidrio.
Era nuestro lo no sido, lo esperado,
la congoja de todo lo perdido, la semilla intrascendente,
lo que nunca fue por no encontrado
ni tampoco hallado por no haber sido.
JFA