miércoles, 17 de febrero de 2016

Me encontré con la madre de la culebra camino a la iglesia de piedra...

Me encontré con la madre de la culebra camino a la iglesia de piedra. Dirán, de qué mierda estoy hablando... La madre de la culebra es el escarabajo o coleóptero más grande que se puede hallar en Chile (seguramente un viejo amigo de Neruda), y respecto de la iglesia de piedra, se trata de una formación rocosa horadada por el mar y el viento durante millones de años, dándole, en su interior cavernoso de dimensiones impresionantes, la forma de una catedral. Dicho sea de paso, que sería la única catedral dentro de la cual me hubiese arrodillado para rogar una respuesta insignificante bajo la tan magnífica totalidad de las cosas, allí verdaderamente representadas, sin duda alguna...

Al parecer, dadas las características adversas del lugar, el coleóptero estaba perdido, moribundo acaso, o sufría las consecuencias de un vuelo errático, cayendo a orillas del mar que de tanto en tanto lo alcanzaba con su lengua espumosa. De pronto, parecía también una especie de pulga marina gigante, por lo que no sabía si devolverlo aguas adentro o salvarlo de tan vulnerada pista de aterrizaje, como no sabía si padecía o disfrutaba en tal situación, pues, hasta entonces, jamás había visto uno... Finalmente, un par de semanas después, visitando el museo de historia natural de Valparaíso, supe que se trataba de "la madre de la culebra", nombre que se debe a su previa condición de larva gigante, carroñera de troncos.

A lo lejos, desde la playa principal del pueblo, punto de partida, se divisaba la iglesia de piedra. La distancia hasta allá sería no menor a 5 kilómetros por la orilla del mar. La iglesia de piedra es un monumento natural del que me parece no muchos están enterados. Tal vez sea el mayor atractivo turístico del apacible y lajado pueblo de Cobquecura (palabra mapuche que significa "pan de piedra"). Como dato, y en contraste a cualquier información más amigable o turística, y así como para tener miedo, dieciocho kilómetros mar adentro de este lugar se ubicó el epicentro de uno de los mayores terremotos de la historia, el del año 2010. Sin embargo, no obstante haber sido la zona poblada más cercana, las temibles olas del que en estricto rigor fue un maremoto, no afectaron a Cobquecura, y a partir de allí se formaron y fueron ondas implacables más allá, hasta cientos de kilómetros por el resto de la mayor parte de la costa chilena, tanto hacia el sur como hacia el norte, o mar adentro incluso, cruzando el Pacífico para provocar alertas en Japón, pero Cobquecura, fuera de quedar cubierta por el polvo del movimiento terrestre, una neblina muy espesa y una destrucción no muy considerable en relación a otros lugares terriblemente asolados, tras tan violento y duradero sacudón, no sufrió mayores embates.


Caminar por la orilla del mar, con un cielo completamente despejado, la arena tan ardiente como para crear espejismos, y a pleno medio día, por cierto que no era cómodo. Pero el vínculo mayor, la exploración, el asombro, no se valdrían de la comodidad del auto por la carretera en tan sólo 15 minutos, sino de las piernas por más de dos horas. Y el destino, finalmente, compensa todo: allí te espera, como un dinosaurio manso y tumbado, la "iglesia de piedra", cual testigo imperturbable tras los embates geológicos y tras cuántas vidas pasaron y pasan entre sus costillas petrificadas.


¿Qué? ¿que está bueno el relato?... la verdad, extenderlo me tomaría el tiempo que no tengo en este instante... me queda solo decir... que tal vez debí haber ido en auto... pero ¿y el escarabajo?

Javier Farías Aguila


(Fotografías pertenecen a Javier Farías, enero 2016):

La Madre de la Culebra...




La Iglesia de Piedra, como un dinosaurio tumbado, y petrificado...


Javier Farías



Una de las entradas a la caverna.


Muy a lo lejos, la Iglesia de Piedra...

Playa al otro lado de la Iglesia de Piedra.



Esta foto me la saqué frente al espejo de mi habitación.