domingo, 31 de mayo de 2020

La muerte de Arbina Khatoon y el relato de Rudyard Kipling cien años antes

Hay un par de versiones acerca de la causa de muerte de Arbina Khatoon, una joven india de 23 años, que al momento de perder la vida este 23 de mayo reciente, esperaba mucho menos que viajar por todo el mundo como sí terminó haciéndolo la dramática imagen de su cuerpo tendido, ya sin vida, en uno de los andenes de la estación de Muzaffarpur. 


Por sobre las posibles causas, lo que ha trascendido ha sido la imagen, o más bien la filmación, de la que también es protagonista su pequeño hijo, quien aparece allí infructuosamente intentando despertar a su madre, moviendo con insistencia la manta que la cubría, como tal vez hubo de hacerlo siempre en la cotidianidad de la breve existencia que compartieron, hasta entonces.

Dicen que el motivo de su muerte fue sed, hambre, calor extremo; condiciones que debió soportar a bordo de un tren en un viaje extenuante de dos días (desplazamiento que junto a muchos otros inmigrantes locales, Arbina emprendió en busca de mejores condiciones tras la tragedia económica provocada o profundizada por el Covid 19). Versión desmentida por las autoridades ferroviarias, quienes, según la información con la que dijeron contar, ella padecía desde antes lo que derivó en su deceso. 



Un relato del escritor británico Rudyard Kipling describe, más de cien años antes, una situación similar, también en la India, y que afectaba de manera regular a los pasajeros que sólo podían adquirir el pasaje más barato. Se trata de un párrafo de su obra The man who would be King, la cual me encuentro traduciendo para la editorial chilena LOM, extracto en cuestión que comparto acá a propósito del impacto de las imágenes ya mencionadas, y de su trágico contexto social y humano.


The beginning of everything was in a railway train upon the road to Mhow from Ajmir. There had been a deficit in the Budget, which necessitated travelling, not Second-class, which is only half as dear as Firstclass, but by Intermediate, which is very awful indeed. There are no cushions in the Intermediate class, and the population are either Intermediate, which is Eurasian, or native, which for a long night journey is nasty; or Loafer, which is amusing though intoxicated. Intermediates do not patronize refreshment-rooms. They carry their food in bundles and pots, and buy sweets from the native sweetmeat-sellers, and drink the roadside water. That is why in the hot weather Intermediates are taken out of the carriages dead, and in all weathers are most properly looked down upon.

Todo comenzó a bordo de un tren con destino a Mhow, desde Ajmir. No habiendo podido reunir el dinero suficiente para viajar en segunda clase -cual era la intención original- tuve que hacerlo como pasajero de tercera[1] . Alternativa nada de feliz porque los asientos mullidos u otras comodidades mínimas son inexistentes allí, y además, porque los pasajeros -euroasiáticos o nativos- para un largo viaje nocturno como este, suelen no ser de los más idóneos para hacértelo menos desagradable: se trata de holgazanes que, aunque divertidos, se caracterizan por ir bajo los efectos de una borrachera permanente… Los de tercera no son clientes del vagón aquel donde se puede adquirir algún tipo de tentempié; han de llevar su comida en paquetes o recipientes, y también compran los dulces que siempre traen consigo los nativos. Durante las paradas, para beber, se valen del agua escasa que logran recoger de los canales a la vera del camino. Debido a tal insuficiencia, y bajo la severidad del clima cálido, más de alguno pierde la vida en el trayecto. Sin embargo, nadie se conmueve porque donde sea que terminen su viaje, vivos o muertos, haga calor o frío, los de tercera, simplemente, son menospreciados.






 [1]Equivalente a intermediate. Según documentación acerca 
de la distribución de clases en un tren de pasajeros de 1900.

Javier Farías Águila


sábado, 30 de mayo de 2020

Eduardo Peralta entrevistado por Mario Vargas Llosa

"Hay una búsqueda de superación estética también, porque, precisamente, lo que se trata de luchar aquí es contra toda la mediocridad establecida por un sistema cultural y por unas formas culturales que son transmitidas por los medios de comunicación que son muy obvias, que son muy fáciles, y que son muy alienantes".

"La mejor canción contestataria es una excelente canción".


Eduardo Peralta


viernes, 29 de mayo de 2020

Hoy es la víspera... (entrevista a Silvio Rodriguez)

"Hasta las buenas causas, si uno no las revisa constantemente, crean vicios".

"Mientras más cosas tengas que esconder, mientras más tengas que justificar, más jodido estás".





miércoles, 27 de mayo de 2020

Entrevista a José Seves

La más reciente entrevista a José Seves y el valor de su experiencia artística contada por él mismo: "Inti-illimani fue una escuela en favor de la multiculturalidad... promoviendo un mayor respeto (a través de la música) hacia los indígenas, hacia las culturas anteriores, un poco quebrar esta imposición que ha sido sólo la visión de Europa respecto del mundo".





domingo, 3 de mayo de 2020

Definiendo cultura (Julio Cortázar)

(Reflexiones de Julio Cortázar, extraídas de Esencia y misión del maestro / libro: "Julio Cortazar, papeles inesperados")

     Yo encuentro que el fracaso de tantos maestros argentinos obedece a la carencia de una verdadera cultura, de una cultura que no se apoye en el mero acopio de elementos intelectuales, sino que afiance sus raíces en el recto conocimiento de la esencia humana, de aquellos valores del espíritu que nos elevan por sobre lo animal. El vocablo "cultura" ha sufrido, como tantos otros, un largo malentendido. Culto era quien había cumplido una carrera, el que había leído mucho; culto era el hombre que sabía idiomas y citaba a Tácito; culto era el profesor que desarrollaba el programa con abundante bibliografía auxiliar. Ser culto era -y es, para muchos- llevar en suma un prolijo archivo y recordar muchos nombres...
      Pero la cultura es eso y mucho más. El hombre -tendencias filosóficas actuales, novísimas, lo afirman a través del genio Martín Heidegger- no es solamente un intelecto. El hombre es inteligencia, pero también sentimiento, y anhelo metafísico, y sentido religioso. El hombre es un compuesto; de la armonía de sus posibilidades surge la perfección. Por eso, ser culto significa atender al mismo tiempo a todos los valores y no meramente a los intelectuales. Ser culto es saber el sánscrito, si se quiere, pero también maravillarse ante un crepúsculo; ser culto es llenar fichas acerca de una disciplina que se cultiva con preferencia, pero también emocionarse con una música o un cuadro, o descubrir el íntimo secreto de un verso o de un niño. Y aún no he logrado precisar qué debe entenderse por cultura; los ejemplos resultan inútiles. Quizá se comprendiera mejor mi pensamiento decantado en este concepto de la cultura: la actitud integralmente humana, sin mutilaciones, que resulta de un largo estudio y de una amplia visión de la realidad. (p.163-164)

Selección de JFA