jueves, 27 de septiembre de 2012

Video de presentación del disco QUÉ FUE TODO ESTO...





















La canción número diez, entre las catorce de nuestro disco, se titula
Mi regla es abstenerme:

"Mi regla es abstenerme
de hablar y hablar si carezco de idea".
Ahora mismo, sin embargo,
no tengo idea de lo que hablo.
¡Diablo!
que me aconsejas, yo me embargo
del deseo de hablarte, crea
palabras para mí, que te hablo inerme.


Pertenece al libro De Nada, de nuestro poeta Armando Uribe Arce...
Y digo nuestro por lo chileno, lo latinoamericano, y nuestro por lo tan querible que nos resulta desde su obra, de la cual nos hemos apropiado con tanta satisfacción, por su brillantés... Nuestro, por su pensamiento político, cultural y humano, con el que ha podido interpretarnos de manera sorprendente a través del idioma castellano, verbal y escrito, que se ha vuelto además, en su lección permanente para quienes asumimos el deber de seguir creciendo allí... 






















Estas imágenes que les dejo a continuación, corresponden a una suerte de presentación de nuestro disco en su existencia física. Presentación que casi nombro como "video promocional", pero ahí se me contraponen dos conceptos, el de la obra ajena al propósito comercial y el que le permite de manera adecuada su llegada a la gente, al público, a través de elementos de propaganda para su conocimiento y venta. Bueno, este video es uno de aquellos elementos, por la necesidad de generar esta venta inevitable, debido a los costos económicos que implicó e implica esta concentración de esfuerzos. Pero no quiero sino más bien destacar su propio contenido artístico, me refiero al del video: Su disposición fotográfica, su secuencia de imágenes en comunicación y equilibrio permanente, y esta melodía, que es la que ha transformado en canción Mi regla es abstenerme... Se trata de una versión instrumental. La instrumentación original del disco, a la que le hemos extraído la voz principal para acompañar esta secuencia. Este es uno de mis trabajos musicales mejor logrados para este proyecto de musicalización de la obra de Armando Uribe ( lo digo en el sentido de haber podido cumplir con mi propia expectativa) , que ha pesar de hallarse silenciado su canto, por no poder mostrar aquí esta canción completa, debido a criterios de exposición pública del contenido del disco, no hay forma de concebirla ajena al maravilloso texto que le ha dado origen y sentido a su existencia...



Javier Farías Aguila










 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Invitación de Radio Nacional Argentina (en Mendoza) para mostrar nuestro 1er single.



Radio Nacional Argentina, en la ciudad de Mendoza, (que cubre toda la provincia de Cuyo a través del dial FM), posee una historia riquísima en el contacto directo con los diversos artistas que han pasado por sus instalaciones. Una de aquellas visitas memorables, y en los inicios de la difusión radiofónica para sus interpretaciones, ha sido Mercedes Sosa... Y discúlpenme la autoreferencia humorística, citándome yo mismo al lado de "la Negra", pero otra de las visitas en esta radio, bastante menos memorable claro está, he sido yo... Pues el 26 de julio de 2012 fui invitado al programa El Candil de esta radio argentina, conducido por el intelectual Julio Rudman, para referirnos al disco QUE FUE TODO ESTO... y para presentar su 1er single "A mi me gusta ser amargo".
En aquella oportunidad, en ausencia de su conductor original, por hallarse de viaje en Europa, el programa estuvo a cargo de Santiago Gimenez, quien nos hizo esta entrevista que aquí puedo compartir con ustedes a través de este archivo de audio, publicado por la misma emisora: 








En el locutorio se encuentra este hermoso piano de cola que ha sido utilizado
en diversas presentaciones en vivo emitidas por Radio Nacional Mendoza.


El cantautor Javier Farías junto al conductor
del programa radial, Santiago Gimenez.







Javier Farías junto al conductor del programa
El Candil , Santiago Gimenez,
y Mario Armando Avila, productor del mismo.




Nunca me imaginé que Mercedes Sosa, así, tan maternal como siempre,
apoyaría tiernamente su cabeza sobre la mía...
(Nadie me creerá, pero los muchachos del programa radial son testigos:
Esta fotografía resultó así tal cual, sin premeditación ni cálculo
 de ningún tipo, ¿será esto un buen presagio?... Simplemente quise tener un recuerdo junto a su retrato
en la pared.  Y así quedó en la primera
y única toma... A lo mejor,"la Negra" desde
donde esté, sigue manifestándose con su cariño en el trabajo de los que siguen tras ella
en este camino de la nueva canción profunda.
No sé, pero comenzando por saber que ella estuvo ahí
en alguna oportunidad, esta fotografía fue parte de cierta mística que
yo percibí en esa radio. 


El piano de cola del locutorio y detrás las viejas estanterías
con los cientos de discos vinilos, entre los cuales habían
algunos de Violeta.




Javier Farías junto al conductor del programa
El Candil , Santiago Gimenez,
y Mario Armando Avila, productor del mismo.


Edificio de la Radio.



Javier Farías Aguila



jueves, 20 de septiembre de 2012

La canción del promedio...



Una señora amiga me comentaba, respecto de mi disco QUE FUE TODO ESTO..., y de mis canciones en general,  que le resultaban muy tristes, y que esa característica no le gustaba, pues, según me dijo, escucha música para alegrarse... Entonces, entendiendo poco y nada respecto de este tipo de procesos creativos (y no teniendo por qué entenderlos tampoco), esta señora me sugería crear canciones más alegres (desde "la intención" apropiada del caso), de tal modo que puedan enganchar además con un público masivo. Yo le dije que este trabajo era del pleno gusto de muchos y del rechazo de otros tantos, y en consideración de aquello le pregunté qué estimaba ella como lo más correcto, me respondió que debía seguir componiendo, pero en base a "un promedio"... Y ciertamente que yo no concibo el arte, o el verdadero arte, bajo esa cuantificación fría, premeditada, y en definitiva incoherente con su génesis (pero esto, ya corresponde a un análisis un poco más extenso). Ahora bien, respecto de su impresión, debo decir que esta no es la primera vez que me manifiestan algo similar acerca de mi música. Pues, evidentemente, la verdad es que predomina en ésta un aire triste: Son canciones habitadas por lo nostálgico... Esto es muy extraño, pero, yo las concibo, acaso como producto de cierta "tristeza gozosa", que no es lo mismo que autoflajelarse en aquel sentimiento (no obstante, que el sufrimiento inherente de la vida interviene aquí también en darle forma)... Me gusta la nostalgia, o la tristeza, pero no aquella que me sentencie desde algún evento negativo, sino aquella que, paradójicamente, provenga de mi alegría de vivir, y de atesorar lo vivido, para luego volcarlo en un testimonio íntimo, propio, que en definitiva, es el de muchos, mirándonos hacia atrás en el tiempo y dolor.Y esta es la canción que termino haciendo y comprendiendo, hasta donde cuya materia, que ha de gestarse desde el inconsciente también, me permita alguna explicación posible... Y no sólo ésta que surge de mi invención es así para mi deleite, sino también aquella que por lo general escucho, y que se convierten, ambas, en la música que me identifica bajo las diversas circunstancias vividas, y que posteriormente me permite evocar los días en cuestión. En fin, es como la que cada cual ha hecho suya para su propia vida... Por otra parte, habiendo más que cierta vocación o propensión reflexiva en mi música, y en aquella que escucho sin ser de mi autoría, por tal característica de instrospección, no pueden sino condecirse, además, con "lo triste" de lo que no permanece para intentar su fundación en lo permanente de la espiritualidad humana a través de su intereses artísticos... Por último, resumiendo y ya tratando de zafarme de algo muy complejo que quise explicar y no sé si lo he logrado, habrá, por cierto, un contexto adecuado para cada tipo de música o construcción artística. Y una simple y muy personal identificación del oyente, como también un rechazo probable, que fuera de todo análisis no será más que la expresión de la diversidad respecto de lo que nos guste, y nos motive.


Del libro El ladrón honrado (pág. 45), de Fedor Dostoyevski cito lo siguiente:

Se dice que la música tiene de bueno el que las impresiones musicales pueden concordar con cualquier especie de sensaciones; el hombre alegre encontrará en los sonidos alegrías, y el hombre triste, tristezas.



javier Farías Aguila







Extracto del ensayo "Pound y Léautaud" de Armando Uribe.


Por esos años, Eliot laboraba duramente en un banco, sin echar raíces todavía en Inglaterra, y afrontando crisis espirituales, psicológicas y económicas. En 1922 Pound ideó para solucionar sus problemas una asociación denominada Bel Esprit, imprimiendo un prospecto, a la manera de ciertas circulares balzacianas, que empezaba así: "Ya no queda civilización organizada ni coordinada, sólo individuos sobrevivientes, dispersos" (...) "Lo único que se le puede dar al artista es tranquilidad (ocio) para trabajar. La única manera de obtener obras es asegurándole tal ocio" (...) "Eliot en el banco gana 500 Libras. Demasiado cansado para escribir, enferma: durante la convalecencia en Suiza realizó The Waste Land, una obra maestra, de las más importantes 19 páginas en inglés. De vuelta en el banco y de nuevo destrozado, físicamente".



(Armando Uribe Arce)

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Próximo concierto Javier Farías en la Universidad Arcis


Javier Farías, acompañado por Juan Montecinos en la ejecución de flauta traversa, presentará las canciones de su disco QUE FUE TODO ESTO... (los versos de Armando Uribe Arce musicalizados por este cantautor chileno), en un próximo Concierto a realizarse en la Sala Mario Berríos de la Universidad ARCIS, en Santiago de Chile. Evento organizado por el Programa de Filosofía, Arte y Cultura de dicha Institución universitaria.
El día 31 de octubre de 2012, a las 19 hrs.
Calle Libertad 153.
Adhesión liberada.

 Te esperamos...
Armando Uribe Arce y Javier Farías.



Juan Montecinos Gutierrez (Grupo Mensaje)



jueves, 13 de septiembre de 2012

VOTA POR NUESTRA CANCIÓN.


Amigos visitantes de nuestro BLOG, sean muy bienvenidos a leer sus contenidos (que se actualizan constantemente), los que he creido importante transmitirlos a través de la palabra escrita, simplemente por compartir y también para complementarnos con el esfuerzo que se esta haciendo en favor de la difusión, aún precaria, de nuestro arte creativo y particularmente de nuestro disco QUE FUE TODO ESTO... (Los versos de Armando Uribe Arce musicalizados por el cantautor Javier Farías)

TE QUIERO INVITAR A VOTAR POR NUESTRO 1er Single A MI ME GUSTA SER AMARGO. (hazlo cuantas veces te sea posible). Esto es necesario, para ser parte de la programación musical de radio COOPERATIVA de Chile, que cubre todo el país y es una las más importantes y antiguas de latinoamérica. Es una significativa alternativa para llegar con nuestro aporte musical a mucha más gente.

Búscanos y VOTA en la lista de los "30 Chilenos" del programa Dulce Patria en el enlace que se halla en el borde derecho de este Blog.





Gracias por apoyarnos...


Javier Farías Aguila






lunes, 10 de septiembre de 2012

El tenor chileno Felipe Rojas Velozo.



En 1983, para Felipe Rojas Velozo, hasta donde yo sé, uno de sus mayores deleites, no eran ni cantar ni tocar guitarra todavía, sino avanzar a toda velocidad por las veredas y las calles del barrio sobre su skate. El mismo barrio donde yo gastaba mis horas infantiles jugando a interminables y sudorosos partidos de fútbol  junto al grupo de niños al que posteriormente se integraría Felipe. Ambos teníamos 12 años de edad...

Yo tenía cierta propensión de ser quien daba la bienvenida al nuevo integrante de cualquier grupo al que perteneciera, en tales circunstancia fue que me acerqué de forma especial a Felipe, a partir de lo cual se fundó una amistad que al poco tiempo se consolidó aún más por nuestra posterior coincidencia en la música.

Una mañana de aquellos días, mientras esperaba el transporte colectivo para ir al colegio, me encontré con Felipe, quien, si mal no recuerdo, habría de utilizar el mismo bus urbano que yo (nuestros respectivos colegios se hallaban cercanos entre sí), me preguntó si acaso tocaba guitarra, agregando que me había divisado con una bajo el brazo por allí, y yo, pensando que probablemente me vio cuando me dirigía donde un vecino que teníamos en común, y de quien aprendía mis primeros acordes, le conté de aquél que me enseñaba durante algunas horas a la semana. A partir de entonces, nuestra amistad de niños comenzó a girar entorno a este interés común, pues, Felipe, también iniciaba su relación con el mismo instrumento.

Después, en el contexto de algunas jornadas en que nos juntábamos a compartir cada nueva canción aprendida, concebimos una suerte de dúo al que le pusimos por nombre "Dúo Jara", simplemente por no darnos la tarea de buscar un nombre más original, pero además, por dejar en claro, fehacientemente, nuestra común admiración por Víctor Jara (otro importantísimo punto de coincidencia)... Nuestro repertorio de aprendizaje con la guitarra estuvo marcado por sus canciones, que en aquel entonces correspondían a los sonidos más significativos y proscritos bajo la dictadura de Pinochet.

Recuerdo el impacto que significó para nosotros que una revista, cuyo nombre era La Bicicleta, publicara, con mucha valentía por demás -dadas las condiciones represivas del momento- tres ediciones especiales en homenaje a Víctor Jara, a 10 años de su asesinato. Para nosotros, adquirirlas y coleccionarlas, resultó ser de sumo interés pues allí encontrábamos sus canciones con su respectivas nomenclaturas de guitarra.... Para Felipe y para mi, a pesar de ser niños aún, Víctor Jara representaba principalmente un asunto de profundas revelaciones artísticas y luego de convicciones políticas también... Nos alucinábamos con cada nueva grabación que descubríamos en ese traspaso clandestino de su música que llegaba a nuestras manos. Descubrir "El derecho de vivir en paz", por ejemplo, fue todo un acontecimiento emocionante, puesto que allí quedaba en evidencia, una vez más, la versatilidad musical, la sorpresa creativa con la que Víctor Jara nos deslumbraba en su obra, que aún no terminábamos de conocer a 10 años de su ausencia física.

Recuerdo también que el libro Víctor Jara Un canto Truncado, escrito por Joan Jara, su viuda, nos remeció profundamente al cabo de una lectura intensa que tuvo cada cual sobre sus páginas, turnándonos aquel ejemplar prestado.

Con Felipe Rojas, como dúo, cantamos en unas cuantas peñas, que eran los eventos artísticos y contestatarios más comunes de la época. Y creo que estas presentaciones en público fueron, para nosotros, las primeras experiencias sobre un escenario.

Volviendo a nuestro vínculo con Víctor Jara, recuerdo también que junto a Felipe y tres de sus hermanos, vimos por primera vez, en una especie de centro cultural, tal vez ligado a la Iglesia Católica, el único vídeo rescatado de Víctor, aquel de su concierto filmado en Lima, Perú.

Felipe Rojas, actualmente, sigue vinculado a la música. Después de haberse radicado en Alemania hace varios años, donde inicialmente fue contratado por la Opera de Berlín, se ha desarrollado como un destacado tenor lírico chileno en los escenarios más importantes de Europa, Asia, norteamérica y Oceanía. Su paso destacado por el grupo musical Barroco Andino, de alguna manera, supongo que despertó sus expectativas en el extranjero. Agrupación con la cual realizó sus primeras giras a Europa, y donde ha dejado plasmada su potente voz en la producción discográfica de nombre Cordillera, publicada por el Sello Alerce.


Yo he estimado plasmar acá estos recuerdos de nuestro vínculo y sus orígenes porque debo decir que Felipe tuvo un grado de influencia significativa sobre mis primeros acercamientos al canto, debido a su talante escénico natural, caracterizado además por su capacidad vocal, capaz de dejar a la audiencia en el más absoluto silencio. Su voz es una condición natural, heredada, seguramente, de su madre, Mercedes Velozo, que cantaba también, y a quien yo recuerdo con cariño.


Yendo más atrás en el tiempo, incluso antes de conocernos, coincidentemente, se juntan nuestros respectivos abuelos paternos en un vínculo profesional. El mío, Roberto Farías Boza, en su calidad de contador, prestó servicios para la Fundición Progreso, empresa fundada por su abuelo, Santiago Rojas. La fundición, a la fecha de la presente crónica, es dirigida por el padre de Felipe, también de nombre Santiago, quien sigue instalando bustos a lo largo de nuestro país, en homenaje a los hombres importantes de nuestra historia, como el exhibido en honor a O´Higgins en el Congreso Nacional, en Valparaiso.

Y a propósito de abuelos, Felipe, por lo que me ha contado, nunca olvidó una anécdota muy particular que tuvimos con mi abuela, Olga Guzmán de Farías, en su casa, que era también mi lugar residencia. Mi abuela -que se caracterizaba por tener un carácter difícil, un temperamento agresivo asociado también a su avanzada edad (y sobre todo por aquel tiempo en que hallábase recientemente como viuda de mi abuelo)- nos sorprendió irrumpiendo en el comedor, que era una dependencia muy espaciosa, propia de las casas antiguas, lugar donde estábamos ensayando a todo pulmón -mi amigo con el cuatro venezolano y yo con la guitarra- cantando ambos a viva voz, puesto que ella no se encontraba, y desde luego que con nuestro alboroto artístico no estábamos en condiciones de percibir su regreso; fue entonces, como decía, que abrió violentamente la puerta de dicho comedor, dejándonos en el más súbito silencio total -en medio de, si mal no recuerdo, Lo que más quiero de Isabel Parra o La Muralla de Quilapayún- para decirnos, en referencia a nuestro canto enardecido y ruidoso, si estábamos acaso "celebrando la muerte de mi abuelo"... A continuación, se retiró de allí tras un portazo... Por supuesto que mi amigo y yo, un tanto complicados o "asustados" (él más que yo) por aquella situación, suspendimos el ensayo inmediatamente...

Felipe Rojas Velozo, después de algunos estudios de Violonchelo y algunas experiencias interrumpidas como cantautor e intérprete de música popular, al tiempo de su condición de integrante del grupo musical Barroco Andino, finalmente se decide, como dedicación profesional a tiempo completo, por la ópera. No podía ser de otra manera. Lo dictaba, como decía antes, su gran talento vocal, que espero muy pronto pueda ser reconocido también en su patria...


Javier Farías Aguila












Aquí la voz de Felipe Rojas Velozo para Barroco Andino.







viernes, 7 de septiembre de 2012

Violeta Parra "compitiendo" para un Festival de Viña del Mar...


Esta es una hermosa fotografía de Violeta Parra que desde hace poco tiempo
se ha estado difundiendo a través de Internet.
Este comentario que haré a continuación, entiéndase como una "expresión de conciencia", aquella de la que al parecer carecían y carecen aún los organizadores de una de las versiones pasadas del Festival de Viña del Mar, específicamente la correspondiente al año 2010... No logré concebir en aquel entonces, la integración de "Gracias a la vida", después de su lugar tan alto en el repertorio universal , como una canción en competencia con otras tan menores como "El rock del mundial" o la "Voz de los 80", como ocurrió en aquella oportunidad... No se entienda como un agravio en contra de estas  canciones recién señaladas, pero, por favor, cada cual en su contexto primero, y segundo, son historias creativas y emociones convocadas tan, pero tan distintas... y por último, quién puede discutir que efectivamente son tan menores en relación al tamaño del impacto universal provocado por esta obra de Violeta, y que por tal motivo la desalman al pretender integrarla a cualquier evento de competencia televisiva, en la que es sometida torpemente a la posibilidad de reasignarle un lugar de preferencia, cual puede significar una suerte de "eliminación"... Esta situación viene a demostrar que no entienden nada de nada...
  Mas, las canciones no tienen la culpa. Mis respetos a los compositores del género musical que sea: Crear es la consigna. El asunto es que, quienes se valgan de la música para organizar un espectáculo de tal envergadura masiva deben esforzarse por entender muchas cosas más que la numérica frialdad del rating.
  Me pregunto cómo es posible que la sucesión de Violeta Parra haya permitido esta circunstancia tan incongruente. Por más que los representantes de la obra de Violeta, supuestamente, hubieran pensado que el currículum de "Gracias a la vida" la dejaba como una segura "ganadora" respecto de las otras canciones en competencia, no era pertinente su inclusión en un contexto de tales características. Y finalmente, no resultó seleccionada para la siguiente fase de aquel certamen, y de haber sido una de las elegidas ¿necesitaba esta canción la distinción y promoción que se le hubiera otorgado en consecuencia? No...Violeta Parra y su obra poética-musical ya están en un nivel de reconocimiento superior, por lo tanto me parece una falta de respeto someterla a las bases de un show cuya particularidad es esencialmente comercial. Ahora, a propósito de esto último, todas estas elucubraciones ignoran, desde luego, los términos económicos probablemente acordados, los cuales compensarían, por cierto, de manera, acaso necesaria y práctica, este nivel de exposición tan básico y carente de verdadero homenaje... Pero no hay compensación para nosotros, la masa de seguidores de Violeta y su obra. Ella también es nuestra. Una forma de desagravio que nos dejaría a todos satisfechos, y que además es una deuda, sería la inclusión de Isabel y Angel Parra en un espacio tan importante como el que se le a otorgado a un Ricardo Arjona, por citar un ejemplo... Ésto, sigue siendo una utopía en el Festival de Viña, por su naturaleza, la misma que motiva las conclusiones aquí vertidas.

  En otro aspecto de discordancia, la intérprete de "Gracias a la vida" (ver en youtube a Nicole Natalino), en aquella instancia televisiva, hace algunos años ya, en que se elegía la canción chilena "consagrada" que representara a nuestro país en la competencia internacional de aquella versión del festival, creo que fue muy carente de profundidad en su desafío, probablemente obstaculizada en un exceso de preocupación "robótica" por las técnicas de expresión escénica, ejercitadas y calculadas en función de la pantalla, mas no de la canción misma como corresponde; y así también los arreglos orquestales, típicos de programas "estelares" añejos y desprovistos de emoción e innovación alguna, que en vez de enaltecerla, más bien borraron la esencia de Gracias a la vida... Esa fue la tónica, igualmente en todas las demás interpretaciones de las otras canciones participantes, según recuerdo.

  De aquí se desprende otra observación: No hay espacios en este "Festival de la Canción" para el presente creativo. Todo es un recuento. Y atenúa el estancamiento. No sirve para la difusión de nuevas canciones, que convivan en el futuro, acaso, con las grandes obras ya gestadas. Estamos condenados, por culpa del rating y su competición obsesa, a una constante desafortunada y "gerencial": la indisposición total, por parte de estos medios, de asumir el riesgo necesario que implica lo nuevo. Riesgo que, en ausencia de este elemento que mide mercantilmente la audiencia, permitió en los años que precisamente "se añoran", el surgimiento de canciones importantes. Supongo que no se abusaba en aquel entonces de lo que popularmente se entiende como "sandía calada" o "diablo conocido"...

  No quisiera ser tan drástico, pero todo me invita a decir que este Festival de Viña fue en aquel momento, y sigue siendo actualmente, un verdadero "asco"...
  Y a propósito de eventos competitivos, me parece que el consenso entre millones de personas, entre las cuales me incluyo evidentemente, le asesta una derrota al Festival de Viña del Mar frente a la canción "Gracias a la vida", en cuanto a cuál de ambos acontecimientos represente mayormente un elemento de "orgullo musical nacional" con repercusión internacional. Así de simple. Y nuevamente se confirma, además, que la Televisión chilena no tiene ni la más mínima responsabilidad cultural.



Javier Farías Aguila


A mi juicio, la más conmovedora interpretación de "Gracias a la vida", además de la propia de nuestra Violeta, es la que logra Mercedes Sosa...


martes, 4 de septiembre de 2012

Agapito Alarcón, el ermitaño de la cuesta Lo Prado


En julio de 2007 supe la existencia de un ermitaño en la cumbre de la cuesta Lo Prado, camino antiguo a Valparaíso, a 11 kilómetros de Santiago.  Y según nos contaba este mismo personaje, vivía allí desde 1990.

Su nombre, tan singular como su decisión de vivir solo en "la punta del cerro", es Agapito Alarcón, quien, por aquellos días en que lo conocí, ya tenía aproximadamente 65 años de edad, aunque aparentaba  más años en el rostro, no así en su estado físico, pues se mantenía ágil y delgado de tanto subir y bajar la topografía propia de todo cerro. 

Agapito Alarcón, cuyo tercer apellido, si mal no recuerdo era Vivanco, vivía de la recolección -aunque habría que decir depredación- de la tierra de hoja, que a diario, bajo la tupida forestación de boldos, litres, quillayes y otras especies, juntaba para echarla dentro de unos sacos que almacenaba bajo la copa de los árboles por tiempo indefinido, y que posteriormente vendía a quienes con el paso de los años se fueron convirtieron en sus clientes habituales. 

Digo "depredación" porque en nuestro país, por protección del equilibrio natural en la ladera de los cerros forestados, se encuentra estrictamente normada por ley la extracción de la tierra de hoja...

Sin embargo, Agapito, ajeno a toda norma de preservación ecológica, hizo de esto su actividad por años y años; y se jactaba incluso de algunas de las buenas ventas que tenía, mostrándonos a menudo una significativa cantidad de billetes que extraía de sus bolsillos entierrados como prueba de ello. La mayor parte de este dinero, según decía, lo destinaba para su única hija y para su ex mujer, a la que se refería como "la Coti", ambas a quienes aseguraba visitar cada cierto tiempo en Santiago.

Descendía una vez al mes a la ciudad, a fin de cobrar su pensión estatal, y comprar además los alimentos necesarios para la subsistencia en el cerro. Sin embargo, algunos de estos alimentos, así como el agua, los obtenía de sus mismos compradores de la tierra de hoja, o de aquellos como yo, que solía dejarle algo de pan y un par de bidones de agua cada vez que con propósitos deportivos y contemplativos llegaba por ahí, en fin. El asunto es que a pesar de su vida de ermitaño tenía familia en la ciudad, esto según sus palabras; no nos constaba en realidad.

Agapito Alarcón nos dijo una vez  -y de esa manera poco descifrable que lo caracterizaba, dado su cada vez más limitado uso de la palabra (como consecuencia de la soledad)-  que llegó a vivir allí proveniente de las faenas mineras del sector. El dueño legal de estos terrenos, que no era él desde luego, lo autorizó, o más bien le encomendó custodiar su propiedad, la que suma una cantidad importante de hectáreas, quedándose Agapito allí, en ese punto, casi en la cima de este cerro, donde finalmente construyó con desechos de madera, latas, portones, ventanas, bigas, y techo de segunda mano, su casa, que en estricto rigor más bien es lo que se denomina como una "rancha" (menos que casa).

Vista del cerro, en su parte más alta, desde la casa de Agapito.
Es un lugar lleno de árboles, un bosque de cerro. Por ello es que consta de una cantidad importante de especies vegetales, animales pequeños y tantas aves como la abundancia de sus cantos; estos últimos se mezclaban con el sonido de las hojas agitadas por el fuerte viento de allí, una agitación que sugiere paz. 

Lugar donde además se tiene una vista privilegiada desde esa altura, tanto hacia los cerros y valles en dirección a la costa como hacia Santiago mismo, que en realidad pasa desapercibido con la visión imponente que se tiene más allá, de la infranqueable cordillera de los Andes.

Hay muchos conejos o liebres allí. Estos escurridizos animales motivan la presencia y el movimiento de los cazadores nocturnos, tanto humanos como animales... Se dice que hubo alguna vez más zorros que los que actualmente tan sólo nos permiten ver sus fecas. En cinco años no he visto ninguno. Solo salen de sus madrigueras por la noche. Pero la tarántula chilena, la que conocemos por el nombre de "araña pollito", sí que se deja ver bastante, sobre todo en verano.

La condición de ermitaño de nuestro personaje, Agapito Alarcón, es la que me tiene hablando de él. Pero, ahondando en las implicancias de esta condición, cautiva mi interés su decisión además, que ha sido de aquellas profundamente determinantes para el ser humano, casi como la que toma un sacerdote al adoptar un retiro espiritual o penitencia permanente: vivir solo, y por más de 18 años. No es algo menor... Esto me produce un respeto hacia este hombre. Pienso en sus noches, bajo la total soledad humana y con la imposibilidad de pedir ayuda para lo que fuera. ¿No tendrá temores? ¿los venció?... 

A veces no tenía ni pan. Y si le faltaba la carne, aparte de cazar conejos -y espero estar equivocado- lamentablemente he sospechado que echaba mano a alguno de sus perros de turno. Sí, porque vimos que estos no permanecían mucho tiempo con él. Desaparecían algunos y llegaban otros. Eso sí, supe de uno al que le tenía mucho afecto, y por el que creo haber notado su profunda tristeza cuando nos contó de que había muerto víctima de una trampa para conejos. Era el "Topo", un pequeño perro blanco, muy lanudo, que yo lo vi corriendo tantas veces, muy feliz seguramente, de tener tanto espacio para olfatear y marcar su territorio... Un día nos llevó al lugar exacto donde poco a poco solo iba quedando el pelaje blanco, soplado por el viento, de su pequeño compañero muerto. Nos insinuó que de pena, no se atrevió a sacar su cadáver de aquella trampa donde lo descubrió varios días después de haberlo perdido. Ya tarde.

Al cabo de una de las jornadas de nuestra visita por la cuesta, al atardecer, nos invitó a compartir junto a él un té y un trozo de carne de cerdo asada. Y es curioso, porque a mi que solo me gusta el té preparado con la infusión de sus hojas a granel y no en bolsitas, es decir lo prefiero directo de la tetera, justamente este estaba preparado así, y calentado en la orilla de los restos de fuego que quedó después de asar la carne. Esa carne debe ser una de las más sabrosas que haya comido, y el té, a pesar de mis dudas por la evidente mala higiene en el tazón en el cual nos lo ofreció, resultó muy delicioso también. Obviamente, de aquellas aprehensiones mías no le hice demostración alguna, para no ofender su hospitalidad, que por demás la percibí muy sincera.

En otra oportunidad, quise impresionarlo gratamente llevando mi guitarra para cantarle, pero fue un mal momento, justo era el día de un importante partido del Colo, y él no despegó la oreja de la pequeña y chirriante radio a pilas donde escuchaba, con mucha atención, ese relato futbolero.

Yo sigo visitando este lugar, pero de Agapito sólo quedó su "rancha", algunos de sus utensilios y algo de su ropa desparramada alrededor. También hay rastros de visitantes no deseados e irrespetuosos con lo ajeno. El ya no vive ahí. Era ermitaño pero no tonto: sucede que los dueños del cerro (tal vez los nuevos propietarios) cerraron el acceso a todo vehículo un par de kilómetros antes, desde donde se llega hasta su casa por un camino de tierra. Siendo éste el acceso principal, por cierto que se hizo imposible que continuara vendiendo la tierra de hoja, que en definitiva era su sustento, y al mismo tiempo perdiendo la posibilidad de obtener algún abastecimiento de cosas básicas a través de quienes le compraban. Y por lo tanto, ese largo "retiro espiritual", esa valentía, esa decisión perentoria, esa soledad en la que te encuentras a ti mismo por obligación (hasta el hartazgo), esa distancia con la civilización urbanizada y el resto de los seres humanos, seguramente, ya no tenía sentido para él.

Camino de tierra hacia "la rancha"
Por ahí me dijeron, algunos amigos que también lo conocen, que una vez lo encontraron de paso por su "rancha" y que les contó que después de contraer algunas complicaciones de salud, tuvo que irse a la ciudad para recuperarse con cuidados médicos. A lo mejor lo cuida su mencionada "Coty"... Pero la verdad es que ignoramos completamente su paradero actual. 

Es altamente probable que nunca llegue a encontrarse con esta historia escrita y gráfica sobre él, por lo que no podrá indicarnos dónde ubicarle, a fin de que pudiera contarnos cómo ha sido este cambio tan drástico luego de su soledad por más de 18 años, este de volver a la vida social quizá, lo que probablemente le esté resultando peor que la enfermedad que padeció o que padece.  

Al final, lo único irrefutable que podemos concluir respecto de este personaje, es que fue un genuino ermitaño. Eso sí, hay que agregar que nunca fue, como "idealizadoramente" lo pensé en algún momento, un guardián de la maravilla natural que lo rodeaba día y noche, pues, en los alrededores de su casa, descubrimos muchas bolsas plásticas vacías, sucias y desechadas, a merced del viento que las terminaba de esparcir, producto de su descuido de tan solo tirarlas donde fuera...

¿Se cansó de ser ermitaño? ¿Vive aún? ¿Sufre porque lo privaron de "su cerro" y de aquella soledad?... no lo sabemos... por el momento.  



Javier Farías Aguila



Vista de la casa de Agapito hacia Santiago.
Aquel hilo luminoso del atardecer corresponde a la carretera
Santiago-Valparaíso

Vista frontal de "la rancha"








Vista hacia Cordillera de Los Andes que se aprecia al fondo.


















Acceso a la casa o "rancha" de Agapito.

Vista hacia el Valle en dirección a la costa desde
la casa de Agapito


La nube sobre el cerro.


 

La nube descansando sobre un cerro ¿llegará completa a su destino?... El costo de llegar a tantos lugares distantes entre si a un mismo tiempo, será la dispersión total de si misma, peor aún, la desintegración...

Descansarás como la nube, pero la fantasía, las ideas compulsivas, la insensatez, te dictarán tantos lugares, que terminarás como partícula imperceptible allí, donde quieres que tanto te abracen... Tampoco seria mejor quedarse en aquel cerro para no elegir... Aunque puede que llegar sea simplemente no llegar...


Javier Farías Aguila




Estas 2 fotografías las tomé desde la casa del ermitaño, en la Cuesta Lo Prado, camino a Valparaiso, a 11 Kms de Santiago de Chile.