jueves, 20 de septiembre de 2012

La canción del promedio...



Una señora amiga me comentaba, respecto de mi disco QUE FUE TODO ESTO..., y de mis canciones en general,  que le resultaban muy tristes, y que esa característica no le gustaba, pues, según me dijo, escucha música para alegrarse... Entonces, entendiendo poco y nada respecto de este tipo de procesos creativos (y no teniendo por qué entenderlos tampoco), esta señora me sugería crear canciones más alegres (desde "la intención" apropiada del caso), de tal modo que puedan enganchar además con un público masivo. Yo le dije que este trabajo era del pleno gusto de muchos y del rechazo de otros tantos, y en consideración de aquello le pregunté qué estimaba ella como lo más correcto, me respondió que debía seguir componiendo, pero en base a "un promedio"... Y ciertamente que yo no concibo el arte, o el verdadero arte, bajo esa cuantificación fría, premeditada, y en definitiva incoherente con su génesis (pero esto, ya corresponde a un análisis un poco más extenso). Ahora bien, respecto de su impresión, debo decir que esta no es la primera vez que me manifiestan algo similar acerca de mi música. Pues, evidentemente, la verdad es que predomina en ésta un aire triste: Son canciones habitadas por lo nostálgico... Esto es muy extraño, pero, yo las concibo, acaso como producto de cierta "tristeza gozosa", que no es lo mismo que autoflajelarse en aquel sentimiento (no obstante, que el sufrimiento inherente de la vida interviene aquí también en darle forma)... Me gusta la nostalgia, o la tristeza, pero no aquella que me sentencie desde algún evento negativo, sino aquella que, paradójicamente, provenga de mi alegría de vivir, y de atesorar lo vivido, para luego volcarlo en un testimonio íntimo, propio, que en definitiva, es el de muchos, mirándonos hacia atrás en el tiempo y dolor.Y esta es la canción que termino haciendo y comprendiendo, hasta donde cuya materia, que ha de gestarse desde el inconsciente también, me permita alguna explicación posible... Y no sólo ésta que surge de mi invención es así para mi deleite, sino también aquella que por lo general escucho, y que se convierten, ambas, en la música que me identifica bajo las diversas circunstancias vividas, y que posteriormente me permite evocar los días en cuestión. En fin, es como la que cada cual ha hecho suya para su propia vida... Por otra parte, habiendo más que cierta vocación o propensión reflexiva en mi música, y en aquella que escucho sin ser de mi autoría, por tal característica de instrospección, no pueden sino condecirse, además, con "lo triste" de lo que no permanece para intentar su fundación en lo permanente de la espiritualidad humana a través de su intereses artísticos... Por último, resumiendo y ya tratando de zafarme de algo muy complejo que quise explicar y no sé si lo he logrado, habrá, por cierto, un contexto adecuado para cada tipo de música o construcción artística. Y una simple y muy personal identificación del oyente, como también un rechazo probable, que fuera de todo análisis no será más que la expresión de la diversidad respecto de lo que nos guste, y nos motive.


Del libro El ladrón honrado (pág. 45), de Fedor Dostoyevski cito lo siguiente:

Se dice que la música tiene de bueno el que las impresiones musicales pueden concordar con cualquier especie de sensaciones; el hombre alegre encontrará en los sonidos alegrías, y el hombre triste, tristezas.



javier Farías Aguila







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