lunes, 17 de junio de 2013

La experiencia como un pequeño miembro del Grupo Escuela Teatro "Q"...

En 1983, no recuerdo el mes exacto, fui aceptado como miembro del Grupo Escuela Teatro "Q"Contando con once años de edad, resulté ser el único niño ahí... bueno, había también una niña, casi de mi edad, no recuerdo bien su nombre, pero, lo que sí recuerdo es que era sobrina de uno de los integrantes, o algo así... Que hubiéramos dos niños resultaba algo curioso, por cuanto una de las finalidades de este grupo era la iniciación profesional de sus componentes (y a temprana edad era muy difícil esperar una definición seria al respecto). 

El asunto es que fui parte de este grupo fundado y dirigido por el actor  Juan Cuevas, y apoyado en la docencia por María Cánepa, Hector Noguera y José Pineda, quienes nos enseñaban expresión oral, expresión corporal, e historia del teatro respectivamente.

El Grupo Escuela Teatro "Q" funcionaba cerca de mi domicilio de aquel entonces, en la calle donde se encuentra la imponente Basílica de Lourdes, en Santiago. Ahí mismo, en los alrededores de un galpón que estuviera abandonado y polvoriento -y que los mismos miembros del grupo se encargaron de limpiar y recuperar para su funcionamiento, adoptando posteriormente el nombre de Sala Obispo Enrique Alvear- sus alumnos corrían, saltaban, elongaban, y a veces gritaban como locos, en la exigente clase impartida por Héctor Noguera. 

(Recuerdo, como parte de la "magia", el fuerte olor a petróleo que tenía la sala: fue el producto utilizado para limpiar su piso de madera, que por los años de abandono absorbía rápidamente todo lo que se le aplicara).

Aquellas actividades que tenían para su formación teatral eran visibles desde la calle. Era lo que yo precisamente veía en mi paso habitual por allí. Fue entonces que, una de aquellas veces, tomé la decisión de entrar en aquel recinto -que tan privado no era en realidad, estaba abierto a la comunidad- y simplemente me sorprendí con sus rutinas que parecían un ejercicio de libertad absoluta: no había prejuicios de ningún tipo, no existía la vergüenza ni el miedo al ridículo (Brando planteaba esto último como la condición esencial de un verdadero actor)... Una jornada de ejercicios podía terminar, y al unísono, con la carcajada propia de un demente por parte de los alumnos... 

Todas estas cosas sorprendentes para mi -en mi calidad de pequeño espectador silencioso al que le fue permitido, a los pocos días, estar presente en los ensayos y ejercicios al interior de la sala mencionada, con el mensaje permanente de "no existe la vergüenza"- provocaron mi deseo de ser parte de ellos... ¿por qué no?: me enseñaron a perder el temor a lo "estrafalario" de solicitar justamente aquello mismo, por ser un niño aún, y ésta, una escuela para adultos... de modo que, finalmente, con sentimientos de cierta osadía, hablé con su director, Juan Cuevas, y éste accedió. Sin embargo, no era tan fácil: me dijo que debía rendir un examen de admisión, como lo habían hecho todos los demás.



La Tita (Margarita Manriquez) danzaba la melodía que brotaba del acordeón...
Yo ejecutaba el instrumento, y Roberto Sánchez relataba la historia.


Uno de mis hermanos , con su miopía intelectual y cultura de calle, recuerdo que me dijo: ¿qué te vas a meter ahí? hay puros maricones... Afortunadamente, mi pequeña comprensión del mundo no lo fue tanto como para considerar de forma alguna un comentario torpe como aquel, y terminé siendo parte del Grupo "Q", muy feliz, aprobando el examen de rigor. Este consistió en actuar por primera vez frente al resto de los integrantes del mismo, personificando al hijo de un matrimonio, que debía confesarles, a sus padres, que había estado consumiendo marihuana a su corta edad, con los sentimientos de culpa y temores del caso... Recuerdo que el rol de de madre, para esta  incipiente personificación que hice, era la actriz Mireya Sotoconil. 

Mireya, hoy, es una destacada profesional que frecuentemente aparece en comerciales, series de televisión y algunos montajes teatrales, como así mismo Jaime Hanson, otro de los integrantes que sigue muy ligado a esta profesión, y a quien recuerdo de manera especial porque él cantaba con su guitarra Sueño con serpientes, de Silvio. 

Yo comenzaba a interesarme por la guitarra, y esta canción en particular era una de mis preferidas... Jaime fue parte del elenco, entre otros proyectos, de aquella destacada producción televisiva, de ambientación histórica, basada en el texto de Jorge Inostroza, "Adiós al Séptimo de Línea"... 

Y si se trata de reseñar la actividad que siguieron algunos de estos compañeros a partir de la experiencia de cada cual con el Grupo "Q", puedo mencionar también a Bartolomé Silva, quien se hiciera cargo desde sus inicios, hasta hace algunos años, del proyecto circense denominado "Circo del Mundo", pequeña institución surgida al amparo de Cirque du Soleil... 

Los recién nombrados son aquellos de quienes tengo alguna información acerca de sus vidas actuales. Sería bueno poder enterarme de los otros miembros.

Recuerdo a Emperatriz Sotelo; Carmen Gloria Requena (quien, además, fuera pareja de ese actor inolvidable que fue Rodolfo Bravo); Hector Illanes; Odette Gómez (actualmente Profesora de Estado y dedicada también a un proyecto de "cuentacuentos"); Mauricio Aravena (también ligado a proyectos televisivos en algún momento y al teatro fundamentalmente); David Pino (quien reside y trabaja en Berlín, desde hace más de veinte años); Angel Reyes; Edison Cid; Ana Guiñez (quien actualmente reside en Suecia); Roberto Sánchez (siempre ligado a la actuación, impartiendo asesorías de expresión escénica, entre otros proyectos); Daniel Pincheira (quien, entre otras actividades, está o estuvo ligado al Grupo de Teatro Aleph); Loreto Araya (actriz y directora de la escuela de doblajes Provoz); Manola García (que reside en España); Margarita (Tita) Manriquez (ligada a un proyecto muy interesante de estimulación creativa para los niños); Luis Pavez (que lo recuerdo por su particular voz grave, sencillez y simpatía); Mariela Escárate (que actualmente es profesora de música); y Luz María Sanhueza, de quién recuerdo -así como para recrear también cosas comunes en nuestra convivencia- que no resistía ver a alguien escupir, por el asco que le provocaba... en fin, a todos los recuerdo con cariño... 

Debo agregar que hasta el final de la existencia del Grupo "Q" se fueron agregando más nombres que conformaron las generaciones posteriores, y en consideración de aquello puedo nombrar también, aun sin poder abarcarlos o individualizarlos en su totalidad, a Antonia Araya, Nadia Loyola, Sara Henriquez, María Luz Opazo, José Miguel Gallardo, Ivan Inostroza, Iván Torrealba, y otros...



El Grupo Escuela Teatro "Q" para mi fue una experiencia hermosa, y por casi dos años...

El primer montaje del que fui parte se llamaba simplemente Bernardita, basada en la vida de la niña a la que se le apareció la Virgen de Lourdes (papel que personificaba la que varios años después sería probablemente la primera actriz televisiva surgida de este grupo, Loreto Araya). 

En aquella obra yo hacía el rol de un niño que, como artista callejero, ejecutaba el acordeón-piano en una esquina, acompañado de su padre quien hacía el relato de la historia de Bernardita (Roberto Sanchez), entre las pausas de la interpretación musical, y de su madre (interpretada por Margarita Manriquez), que bailaba al ritmo de la melodía del mismo instrumento.

Pero, la obra más importante montada por este grupo desde pocos meses antes de que yo me integrara, motivo por el cual no fui partícipe, se llamaba Los Jueces y Los Reyes. Escrita, originalmente como un cuento, por el sacerdote Esteban Gumucio.  Obra que además resultó ser una célebre contribución cultural contra la dictadura, en su parodia inteligente de la contingencia política y social de aquellos años. A propósito de lo cual corrió la voz y se hicieron presente muchas personalidades del mundo artístico como asistentes a sus funciones, de modo que tuve la posibilidad de saludar personalmente a Bélgica Castro, Alejandro Sieveking, Humberto y María Elena Duvauchelle, Roberto Parra, entre otros.

Como había que cuidarse del aparato represivo de Pinochet, creo que la decisión de estrenar la obra Bernardita después del éxito de Los Jueces y Los Reyes, obedecía más bien a una suerte de acción distractiva, pero también había algo de cierto compromiso con un segmento de la Iglesia Católica, que patrocinó la iniciativa de fundar esta escuela de teatro, cediendo el espacio físico para que funcionara, me refiero a la sala aquella que llevaba el nombre del fallecido Obispo Alvear.

Anduve con el acordeón-piano por cuántos lugares fueran los escenarios de la itinerancia del grupo en el gran Santiago, para la obra en que yo participaba ejecutándolo... Era niño, y el acordeón me resultaba muy incómodo y pesado cada vez que debía cargarlo en su tremendo estuche, recibiendo bromas constantes, por ejemplo, alguien me dijo en algún momento, qué hubiese sido de mi si el instrumento hubiera sido un piano...

Debo decir, con orgullo, que esta experiencia como integrante del Grupo "Q", a pesar de mi corta edad de aquel entonces (lo que me hizo ser "un integrante a medias"), me la inventé yo mismo. Es decir, fue producto, absolutamente, de mi iniciativa... 

También, en alguna medida, mi interés por el teatro provenía de haber visto actuar más de alguna vez a un primo (Ramón Farías) que, recién egresado de la carrera de teatro, se desarrollaba como actor en la televisión... Pero, lo más decisivo fue que yo tenía sed de aprendizaje: quería absorberlo todo. Y la manifestación artística tenía mucho sentido para mi, por cuando me prodigaba un juego de expresión con ese mundo interior que me habitaba... Lo demás (así, como parecido a los versos de Gonzalo Rojas)...son estas "cuerdas" que me cubren ahora...

Sin duda, hay mucho más que decir del Grupo Escuela Teatro "Q", y bastante más de lo que yo aporto aquí como experiencia personal, pues, como me dijera alguna vez la actriz Ximena Vidal, es probable que éste sea una referencia no menor a la hora de esbozar la historia del teatro chileno... 
Por el momento, concluyo dejando para ustedes, a continuación, un extenso archivo gráfico y fotográfico personal, acerca de lo que fue este vínculo entrañable para mi, con el Grupo "Q".

(El archivo fotográfico llegó a mis manos por gentileza y confianza de Juan Cuevas, al prestarme sus negativos cuidadosamente guardados)

Javier Farías Aguila. 




*Antes, agregaré una anécdota de último minuto:

Sucede que mientras terminaba la edición de este artículo, y al cabo de haber finalizado el noticiario por el cual encendí el televisor, comenzaba en el mismo canal, una teleserie titulada "Julia", de la que, de pronto, escucho sin mirar, una voz que me resultó conocida, y sin tener la menor idea de su participación como actriz en esta producción televisiva, advierto que se trataba justamente de una de aquellas compañeras aludidas, Mireya Sotoconil... A quién, si bien no había visto personalmente desde hace unos cuántos años, su particular tono de voz me resulta muy fácil de recordar.



Roberto Sánchez, Margarita Manríquez (la Tita) y Javier Farías con
el acordeón.



Roberto Sánchez, Margarita Manríquez (la Tita) y Javier Farías con
el acordeón. 1983.

Roberto Sánchez, Margarita Manríquez (la Tita) y Javier Farías con
el acordeón.


El Director de la compañía, Juan Cuevas.


La obra "Bernardita".


Roberto Sánchez, Margarita Manríquez (la Tita) danzando, y Javier Farías con
el acordeón. 1983.


Hector Noguera instruye la expresión corporal para la obra
Bernardita... Y yo, como buen niño distraído, miraba la cámara...


En aquel período, Roberto Sanchez,
ya se vislumbraba como un
 gran actor... 

Loreto Araya (atriz y actual directora
del instituto de doblajes
Provoz), en su rol de 
Bernardita Soubirous.
Un verdadero acierto fotográfico...


Emperatriz Sotelo junto a Luz María Sanhueza, después, Jaime Hanson (personificando el sacerdote del pueblo) y Loreto Araya.




Bartolomé Silva (en un conmovedor rol de paralítico beneficiado con el milagro
de la virgen...) y Hector Illanes, quien lo carga.


Juan Cuevas y Verónica Aguirre,
 del equipo técnico.



El paralítico (personificado por Bartolo Silva), comienza a moverse
tras el milagro recibido... Es una hermosa fotografía también. Aciertos fotográficos
por los cuales quisiera rendirle honor a su autor, siquiera nombrándolo, pero, no
recuerdo su nombre, sólo retuve que le decían algo así como el "Sami"...




Los actores de El Grupo Escuela Teatro Q, y el pendón usado para la
escenografía de la obra Bernardita... 




Fue una tarjeta de Navidad que yo recibí por parte de" un amigo secreto"
de la compañía, que aprovecha aquí de expresarme una bienvenida al Grupo "Q". 


Portada de la tarjeta de Navidad que yo recibiera,  y que como casi
todas las cosas necesarias para el funcionamiento del grupo, era  fabricada
por la propias manos de sus componentes...como parte del aprendizaje, y tambien de la mística
hermosa que reinaba ahí.



El elenco de Bernardita. Casi todos los actores del Grupo Escuela
Teatro "Q" en esta foto... Esta, como las anteriores datan de 1983.


Parte de un folleto informativo acerca del Grupo "Q"...




























Reportaje al Grupo "Q". Revista SOLIDARIDAD, primera quincena de noviembre de 1983.




Continuación reportaje de revista SOLIDARIDAD.



Continuación reportaje revista SOLIDARIDAD.




Teatro "Q" por revista CAUCE , 1ra. página del reportaje.



2da. página del reportaje al Grupo Escuela Teatro "Q" en revista CAUCE,
publicación Nro. 10, correspondiente
al 27 de marzo de 1984.  La fotografía nos retrata a todos mientras escuchamos las
instrucciones del director, Juan Cuevas.



Volante de propaganda para la Obra LOS JUECES Y LOS REYES.




Folleto por la obra LOS JUECES Y LOS REYES (Basada en el cuento del sacerdote Esteban Gumucio).












































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