jueves, 6 de junio de 2013

Programa de la televisión chilena (otro chiste para llorar)...


Esta es una más de aquellas situaciones tan propias del sistema económico imperante, que nos afectan y nos modelan como sociedad, poderosamente desde los medios de comunicación también, en su omisión permanente de los contenidos que verdaderamente representen un aporte para nuestro desarrollo intelectual, humano, y todo lo que esto conlleva (es una reflexión vieja, lo sabemos, pero será tan constante como la permanencia de la frustración): Sucede que mientras me aprestaba a lavarme los dientes una de estas noches, encendí el  televisor, y estando éste sintonizado en el canal de televisión Mega me encuentro con un programa dedicado a “los presos chilenos en el extranjero”…  El caso en particular, que mostraban en este programa, trataba de la “vida y obra delictual” de un chileno recluido en un penal uruguayo… ¡no puede ser!, pensé al instante, que nosotros, los cantautores, los creadores en las diversas áreas del arte, los trabajadores muchas veces “ad honorem” por la cultura nacional, no contemos ni con la más mínima parte de lo que significa la difusión por estos grandes medios. Pero, la reclusión del preso chileno común, recluido en el extranjero, es "un motivo importante" para este canal de televisión, que cubre los altos costos  destinados a un equipo de producción que viaja al lugar en cuestión, y que más aún, terminaría con financiar el viaje de uno de sus hijos, para sorprenderlo y hacerlo llorar, al preso (en contradicción absoluta con sus códigos de “choro” como se dice en Chile de la “prescindencia emocional” a toda prueba, de los integrantes del hampa), buscando de esta forma cautivar al telespectador morboso, y hambriento de hambre que no tenía por el drama ajeno como en este caso, hasta que lo han ido convirtiendo en un consumidor perfecto para la dinámica del mercado televisivo…  Todo esto lo sabemos, no he dicho nada nuevo,  pero,  no puedo dejar de sorprenderme, una vez más, de que “nuestros méritos sean muy menores” para lo que significa un espacio de difusión masiva como éste, que nos permita contar y cantar nuestra rica y diversa experiencia como trabajadores y constructores del arte que somos, en relación al mérito de la historia aquella del preso común chileno.  Aquí, una vez más, impera la ley del mercado desregulado… Desregulado para cobrar lo que sea… y en ese sentido el costo aquí lo pagamos todos como miembros de una sociedad cada vez más vacía y deformada en lo valórico (de valor humano en desarrollo), adiestrada día a día para el consumo despiadado e individualista donde no caben nuestro canto, ni la poesía -ni el mensaje religioso del fin de las transmisiones- ni nada que se acerque siquiera un poco al discurso (sólo al discurso) de cada 21 de mayo, o de aquellos que se sienten llamados a representarnos “por un cambio” en las urnas, en época de elecciones, y que, buena parte de los cuales, por evidente contradicción, una vez investidos, terminan siendo cómplices de este sistema que ampara todo lo que nos rige, incluyendo por cierto estos contenidos de los medios masivos, que ya sabemos cómo determinan al ser humano común con la más absoluta irresponsabilidad respecto de las consecuencias negativas que más tarde, como evento circular permanente, muchas veces nutren los noticieros de los mismos medios…

 Bueno, finalmente, antes de tomar la opción de apagar sencillamente el televisor, una vez habiendo terminado con "la seda dental" (como para dejar en claro que no me senté ni me acosté con un control remoto en mis manos -aclaración por la que menos resulte creíble ni necesaria la misma-), cambié de canal para buscar algo de las últimas noticias del día y me encuentro con "el terrible drama humano", transmitido para todo Chile, a través de nuestra Televisión Nacional, de un denominado Dj Mendez tratando de "negociar" con su hija adolescente (priviligiada por cierto, en consideración de que algo así pudiera ocurrir con cualquier otra adolescente chilena) para que no se llevara el vehículo del tipo Hummer (que, no obstante, estando sus costos por sobre los 20 millones de pesos, recibió como "regalito" de su padre), si persistía en su decisión de vivir sola en un departamento que finalmente terminaba siendo otro regalo financiado por su "padre famoso" (como pudiera ser cualquiera bajo tal cobertura televisiva), tipo que con su forma de hablar nos intenta recordar persistentemente, con su weón para arriba y para abajo y hasta bilingüe, que pertenece al pueblo que lo ve por televisión, buena parte del cual, seguramente, termina concluyendo que la única forma de emular su estilo de vida, no se pueda sino alcanzar, sin ser "el artista" televisado que es él, por las vías del negocio del narcotráfico... Otro chiste para llorar... Y vamos sumando y sumando lo que yo finalmente no pude seguir sumando porque hube de apagar el televisor para tocar mi guitarra, por una melodía que me daba vueltas...



Javier Farías Aguila













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