domingo, 19 de mayo de 2013

Carta de mi padre, Ramón Farías, desde su viaje a Europa.





Mi padre, Ramón Farías Guzmán, nació el 6 de octubre de 1927. Era un hombre seductor, desde su simpatía, su sentido del humor, desde su cultura, su inquietud intelectual, su sensibilidad humana, desde su preocupación política y social, desde su pasión por la literatura y el arte en general, desde su sentido de la solidaridad también... 
Se consolidó su convicción de militante comunista, a partir de su viaje a la Unión Soviética, país al que llegó vía "Transiberiano" desde París. 

A su regreso de aquel viaje, con 29 años de edad, en 1957, fue apartado del Servicio de Impuestos Internos de Chile, organismo estatal del cual era funcionario, en su calidad de Contador, función de las que se ausentó aproximadamente por unos 3 meses (con el propósito de este viaje) mediante un permiso, sin goce de sueldo, que obtuvo por parte de su jefatura. El despido tuvo que ver con razones políticas, por su viaje al máximo referente del comunismo mundial, en un tiempo en que aquello provocaba urticarias increíbles y ridículas, más aún estando bajo el período del gobierno de Carlos Ibañez del Campo...

Años después, mi padre sería un colaborador directo del gobierno de Salvador Allende, como parte de los profesionales designados para intervenir las industrias de "interés clave" en favor del Estado, específicamente en la empresa PLANSA (industria de techumbres), de la que fue uno de los gerentes controladores en representación del programa estatizador.


Esta carta, me parece, fue redactada poco después de haber finalizado su largo periplo por el atlántico, desde Buenos Aires hacia el territorio portugués y español. Era la forma de "bajo costo" por aquel entonces... En aquel viaje se hizo muy amigo de varios compatriotas con quienes compartió la travesía oceánica "interminable" (según sus propias palabras), entre aquellos, el actor Jaime Vadell.
Mi padre merece una descripción más amplia respecto de las impresiones que me provoca, pero ésta ha sido una pequeña reseña sólo para dar paso a esta carta suya (que la conservo como un tesoro), y que he querido compartirla con ustedes amigos, hermanos, parientes, lectores de este Blog.

Ramón Farías Guzmán falleció en el año 1997, en el mes de julio, a los 69 años de edad. Y debo decir que este hombre sembró su mejor visión del mundo en nosotros, quienes tanto le quisimos (hijos, sobrinos, etcétera)...




Mi padre, en la plaza Roja de Moscú, agosto de 1957.


A continuación reproduzco su carta dirigida a sus padres, mis abuelos, a quienes cariñosamente los nombra como "peladitos"... También hace referencia a una "Rapona", que es el apodo cariñoso con que nombra a su hermana Olga. Etcétera...

Textual:


15-7-1957.-

Mis queridos y extrañados peladitos:

Continúa nuestro interminable navegar, aunque con inolvidables satisfacciones como las de conocer Las Palmas de la Gran Canaria y hoy Lisboa y algunos alrededores  como el famoso Estoril, por ejemplo, balneario al que se llega por una preciosa carretera que bordea el mar, la llamada Costa del Sol, por donde le salen al paso a uno castillos auténticamente antiguos y unos fuertes de gran valor histórico. Estuvimos también en el "modesto" chalet que habita el príncipe Humberto de Italia. Precioso e inolvidable trayecto que hicimos en taxi escuchando a Amalia Rodriguez por la radio. Veré si me es posible llevarle a la Rapona unos discos de ella a nuestra pasada de regreso.

Ahora, vamos rumbo a España, al Puerto de Vigo donde estaremos de mañanita. Y después Francia. Cómo deseo llegar pronto allí para saber de Uds., creo que allí sí que encontraré noticias de Uds. verdad?

Yo estoy muy bien. Aún cuando no me he pesado, creo que debo, incluso, tener varios kilos más. Las finanzas también bien. Tengo lo necesario para moverme desde el puerto de desembarque hasta París y luego Berlín. Después no se necesita plata sino hasta el regreso a París nuevamente (de ida sólo estaré poquitas horas). Este regreso también alcanzo a cubrirlo sin dificultad. Allí deberé quedarme hasta la salida del barco, lo que calculamos para el 3 de septiembre. De Moscú nos volveremos alrededor del 15 de agosto. Para la estadía de ese par de semanas... bueno, eso sí, no anda muy bien  Ojalá haya salido ese préstamo y lo demás tal como yo lo había calculado y previsto para que puedan hacerme alguna remesa. Ahora si ya todo salió a pedir de boca y hasta pudieron remitirme plata... mejor que mejor. Pero, no quería crearles muchos problemas ni preocupaciones con estas cosas.

La correspondencia, en lo sucesivo, remítanmela al Consulado de Chile en París. Mientras esté en Rusia, me dicen que casi no hay posibilidades de enviar ni recibir correspondencia. Eso, por culpa de los países democráticos que la rodean. Ya veremos, en todo caso como se puede hacer. De todos modos, dejo hecha esta advertencia para que no se alarmen, mis peladitos queridos, si no les escribo durante algunas semanas. De todas maneras, Uds. no dejen de enviarme noticias al Consulado, entre tanto. Yo trataré de dejar especialmente encargada mi correspondencia allí, en París, ahora de ida. Igualmente pediré se me envíe allá, la correspondencia que Uds. me hayan enviado a la Compañía naviera y que el día 18 que estaremos en Le Havre, aún no haya llegado.


El grupito que aquí va con nosotros es excelente, todos ellos buenos compañeros con los que lo hemos pasado muy bien. Al grueso de la delegación la conocimos en Bs. Aires ya que estuvimos en el mismo hotel y luego los topamos en Uruguay y Brasil. Toda gente joven  igualmente excelente. Yendo con tan buenas compañías, Uds. mis queridos gordos, deben estar muy tranquilos respecto de mí, aún cuando he señalado anteriormente pase algunos días sin despacharles noticias mías.


El día de Francia nos pilló en este barco francés en plena navegación. Estuvimos de Marsellesa, comida de gala y baile con gorros y serpentinas. Nuestro grupo se ha transformado en un brillante coro con un repertorio muy bonito. Nos hemos lucido. Fiesteamos hasta las cinco de la mañana (12 hrs. chilena). Aquí ya nada entendemos de la hora ni del día ni de la estación siquiera: Aquí nos sirven muy a menudo tomates y uva, por ejemplo, fresquitos. Hoy comimos en Lisboa, unos duraznos peludos grandes y fragantes como los nuestros.


Justamente, para ver atracar el barco, nos levantamos temprano pese a la trasnochada. A las ocho de la mañana estábamos todos desayunando. Como tenemos, mientras tanto, cinco horas de diferencia, nos desayunábamos a las 3 de la mañana, hora chilena. Como estamos en verano, vemos ponerse el sol bastante tarde: después de las nueve. A las 10 de la noche recién ha oscurecido totalmente.


Bueno mis peladitos queridos, reciban un millón de cariñosos abrazos, besos y frutas para todos: mamita, Rapona, Adelita, guatoncito chico y Tito; Abner, Silvia y... todavía no? y en especial para Uds. que los extraño mucho.

A Enrique y Lucy que no he podido saludarlos directamente por falta de dirección, denles también mi saludo cariñoso. 
Ramón.

P.D.

Hoy he despachado, nuevamente, también, carta para Oscar. He anotado la dirección siguiente Sto. Domingo 4014.- Está bién? no estoy muy seguro. Espero hayan recibido mis saludos Oscar y Tito Soto.


Chaito
Ramón.





Las páginas originales de esta carta:






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Javier Farías Aguila


Amalia Rodriguez:





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