viernes, 22 de febrero de 2013

Una tarde de ensayo junto a Eduardo Peralta

Yo tenía trece años de edad, y en uno de los muros de mi habitación, colgaba, o más bien estaba pegado, un afiche promocional de uno de los discos de Eduardo Peralta. En el mismo muro, tenía también una fotografía de Víctor Jara y de Quilapayún (algo típico de cualquier adolescente, solo cambian los iconos). El asunto es que haber tenido ayer, 21 de febrero de 2013, una tarde de ensayo junto al mismo Eduardo Peralta del muro, ha sido muy significativo. Más aún, cuando mi querido amigo Antón Gianelli, me facilitó las dependencias de su hogar para esta jornada, convidándonos el té además, sugerido por Eduardo cuando le pregunté con qué lo podíamos "agasajar" para este ensayo. 

Después, por si fuera poco, llegó de visita, el talentoso músico del grupo Barroco Andino, Camilo Corbalán y su compañera (que espero me disculpe por no poder recordar su nombre en este instante). Camilo es amigo desde la infancia de nuestro anfitrión, Antón Gianelli. 

Allí planificamos con Eduardo todo lo que sería nuestra presentación. Le canté alguna de mis canciones y le canté también mis versiones de sus temas "Tú eres un monstruo" y "Pequeña opinión personal", algunos de mis favoritos entre su repertorio. Ensayamos también lo que decidimos cantar a dos voces para este concierto. Me enseñó su musicalización de unos versos de Armando Uribe, que también cantaremos. Y todo esto terminó con una muy grata conversación en la cocina de Antón, junto a él mismo y sus visitas, Camilo y su mujer, Eduardo y yo.

Nos sacamos estas fotografías junto a Eduardo para promover nuestro recital, pero, por una distracción que ahora no me perdono, no nos sacamos otras más junto a nuestros amigos allí también presentes, Camilo, su mujer, y Antón Gianelli, por cierto.

Eduardo recibió mi disco de regalo, y me pidió un saludo escrito ahí, en su librillo y carátula, ¡y vaya qué me compliqué!, ¿cómo superar cierto pudor en eso de dedicarle mi propio trabajo a este gran artista?, pero bueno, lo hice, y probablemente no expresé bien lo que hubiera querido decirle... Después, yo recibí también su disco de regalo, y también me escribió una dedicatoria. Todo esto selló una feliz jornada artística. Inolvidable para mi.


JFA


Presentación gráfica de Eduardo Peralta para el concierto
junto a Javier Farías, que estará dedicado principalmente
al poeta Armando Uribe Arce.


Eduardo Peralta es el trovador chileno más importante de los últimos treinta años. No haré aquí una reseña de su historia o trayectoria que ya es ampliamente conocida en el entorno artístico e intelectual chileno. Puedo aportar, eso sí, desde mi "pequeña opinión personal", que Eduardo ha sido una verdadera revelación local para quienes seguíamos la obra de Silvio Rodriguez y que pensábamos que después de éste, por lo influyente y extraordinario, no era posible una alternativa y menos aún con características tan propias como las que tiene Eduardo; y que nos ha hecho cantar también desde aquella sensibilidad con que hemos hecho nuestras sus canciones. 

Probablemente sea algo odioso de destacar, pero hay que decir que Eduardo Peralta también ha sido "víctima" de la escasa contribución de los medios de comunicación y periodísticos para que nuestros artistas, trascendentes en sus contenidos, puedan llegar a más personas, y en contribución al desarrollo creativo de nuestro país (ya sé que pretender esto es utópico bajo las reglas de la mercantilización hasta de la cultura). Pero, nos provoca una decepción inevitable que, no obstante su prestigio, premiado incluso por el gobierno francés, no sea un artista con mayores consideraciones a la hora de difundir su obra, su historia, sus más de trescientas canciones, su aporte valioso en definitiva, a lo que entendemos por cultura nacional, y latinoamericana por cierto... 

Pero, tal vez esto último no haya determinado, en absoluto, la felicidad verdadera, el placer propio, apasionado, con que Eduardo Peralta nos siga cantando, y con la total e irrenunciable convicción de sus contenidos, para fortuna de quienes coincidimos con él allí.

¡Nos vemos en el concierto!


Eduardo Peralta y Javier Farías



Javier Farías Águila.




domingo, 10 de febrero de 2013

Alguien golpea la puerta

(por Antón Gianelli)

En cierta ocasión se le preguntó a Jorge Amado por qué todo el mundo lo llamaba poeta cuando él lo que hacía era escribir novelas. La respuesta, por supuesto, fue excesiva respecto de la pregunta. Amado explicó a su interlocutor periodístico que eso se debía a que él podía caminar por las calles de su ciudad y escuchar que la gente así lo llamaba, al tiempo que lo invitaban a pasar como si tratara de un habitante más de la casa. Algo en el trabajo de Amado, y de todo “poeta”, es o son las personas mismas. Algo hace que ellas, a su vez, sientan que la poesía es también su casa. Una casa habitada por un tiempo en común es quizás la obra de la poesía. Y, en este sentido, tal vez la gente de Salvador de Bahía no se equivocaba. Quizás, eso quería decir también Violeta Parra cuando afirmaba que su trabajo era “quedarse con la gente”.

 Durante los días 28-30 de marzo (año 2012) esta vez la casa fue el Programa de Filosofía, Arte y Cultura de la Universidad ARCIS, y el poeta, Martín Micharvegas. Allí se dio comienzo a una serie de actividades y homenajes que tuvieron su momento más intenso en La Sebastiana, Valparaíso, donde este poeta argentino pudo compartir y leer algunos de sus trabajos, amén de los reencuentros realmente emotivos que allí tuvieron lugar. Los versos firmes y definitivos de Raúl Zurita, Juan Cameron, Payo Grondona, y la pluma política –en el pleno sentido de la palabra- y recursiva de Miguel Vicuña aportaron con sus reflexiones, poemas y canciones a darle una merecida bienvenida a este cantor y poeta. También el día 28 ya había tenido la oportunidad de compartir con Eduardo Peralta, Mauricio Redolés, José Ángel Cuevas, César Soto y otros en la recepción ofrecida en la sala Mario Berríos de la universidad.

A sus 76 años, y con una vitalidad que sólo se explica “poéticamente”, podríamos decir que cualquier parte de su trabajo serviría como motivo para “hacer pasar” a Micharvegas. No está demás, sin embargo, apuntar un par de ellos. En 1972, Micharvegas visitó Chile y se involucró en el movimiento poético-político de aquellos años. Por entonces, varios de los poetas jóvenes que repoblaban el paisaje de la poesía chilena, fueron destacados por “Poni” (como lo llaman sus amigos), autores que terminaron reunidos en la antología editada por él en Argentina bajo el título Nueva poesía joven en Chile. Además de los ya nombrados Zurita y Cameron, allí aparecieron poemas de Gonzalo Millán, Juan Luis Martínez, Omar Lara y varios más. A partir de ahí se puede decir que Micharvegas no hizo más que estrechar su vínculo con Chile y su poesía, y de paso, dejar muy claro que aunque a veces no se puede vivir de la poesía, sólo se puede vivir en ella.

Pero, por otro lado, creo no está demás hacer una referencia directa al poeta. Tal vez destaque por encima de otros atributos el modo como Micharvegas se convierte en una invitación para otros. Invitación no sólo a acercarse a la letra de las canciones o los poemas, sino también a la historia y promesa de nuestros países. Como otros, Micharvegas es un poeta sin concesiones y austero, vale decir, riguroso y de frente a el asedio de la realidad. Carga con la historia latinoamericana de las últimas décadas y parte de la europea, pero no como un peso o lastre sino como un material de trabajo. Nada parece haberlo seducido para regresar lo que W. Benjamin llamó la metafísica de la soledad o del conformismo. Sin ir más lejos, en los días de su visita, sus conversaciones giraban entorno a la huelga en España, la nacionalización en Argentina, y de por qué Chile, de algún modo, aún tenía a sus poetas en la frontera. En algún momento, él mismo sostuvo que antes de la cadena de “golpes” que terminó por derribar los movimientos sociales de los ’60 y ’70, su trabajo había sido, digamos, “ampliar la casa”. Lo que hasta entonces había sido parte de la cultura de las elites, comenzó a ser parte de la conversación y del interés de todos. La poesía se convirtió en algo así como una invitación irrecusable, y de ahí el riesgo - desgraciadamente vigente - para algunos. Eso que la poesía lleva como dinamita dentro de sí, es que puede ser autoconvocante, y preparar el camino para fraternidades nuevas y más allá de toda familiaridad.

Como prueba de ello, Micharvegas dejó en Chile lazos inquebrantables de amistad con muchos poetas, pero dejó sobre todo abierta otra vez la casa de la poesía para las nuevas conversaciones. Un hermoso reflejo de eso fue un encuentro ya informal en casa de Silvia Rühl, en Valparaíso, luego del acto en La Sebastiana. Allí se dieron cita al menos cuatro generaciones que pudieron apreciar de cerca el espíritu más íntimo del trabajo de Micharvegas, es decir, escuchar de sus propias “notas al pie o erratas”; del papel de la poesía y del arte en épocas en que su generación intentó balancear la suerte del siglo XX; de la generosidad que le ganó a la euforia voluntariosa, etc. Y tal vez más que nada, cómo la poesía no había sido en ese contexto un remedo disfrazado del pensamiento europeo. Porque, ¿en que otro lugar podríamos hallar le resistencia y sentido necesario para evitar que la revolución en su momento no fuera subsumida por los crisoles de la facticidad, vale decir, haber cambiado su sentido y dirección?

La visita de Micharvegas, de la poesía entendida aquí como un volver, nos plantea la dificultad de entrar en relación con el pasado pero a través de una cierta articulación de la actualidad. Pero no como corista de la eternidad, sino más bien como el barquero entre épocas pasadas y el porvenir. Viaje de ida y vuelta que o bien nos lleva a la nada o bien al recomenzar. Un punto, pues, donde pasado y futuro finalmente se alcancen, libres del tiempo que los separa, en otro tiempo.

Así parece especialmente porque su visita –y de la poesía con ella– nos vuelven a recordar que, tal vez como en ningún otro país del continente, aquí las utopías y proyectos políticos, por así decirlo, “tienen los pies bien puestos sobre la tierra”. Una y otra vez habría que volver a nuestros poetas para verificar cuan autosuficiente y crítica es la obra –y del pensar- de la poesía chilena. Lo grande de los poetas chilenos no es obviamente su origen, sino su potencia para palanquear el presente, no obstante los esfuerzos por convertirlos en una suerte de “infiltrados” en esta nacionalidad (ya sea bajo la figura de la “nana”, del “Don Juan”, del “publicista” o del “humorista”) .

Entonces, podemos decir que Micharvegas ha vuelto, pero no porque haya pasado tiempo entre su primera visita y la reciente. “Volvemos –diría él– pero no como momias”. Tal vez quiso decir con ello que no nos volvemos hacia el pasado como quien desempolva los muebles de una casa súbitamente abandonada y dejada así por años. Sólo da señales se sí un pasado que no tiene una imagen de referencia, un tipo reconocible para todo tiempo, o, si se quiere, un archi-tipo como su recuerdo intemporal. Lo que se tiene son materiales y materialidades que no traducen jamás una presencia definitiva. Así, la poesía es tal vez la llave para re-crear un imagen del pasado pero con el supuesto de una herencia consumida. Y, por lo tanto, siempre será ésta una imagen polémica, controvertida, problemática y hasta paradójica. En una palabra, quizás, irónica, como el intento de volver a poner los muebles “en su lugar” en pleno desalojo.

Como poeta Micharvegas no es un extraño en Chile, aunque la poesía pueda ser extraña para este país. Si algo define el trabajo de un poeta es andar con su taller a cuestas. Micharvegas dio fe de ello con sus dibujos bajo el brazo, sus poemas, canciones, pero también con la crítica aguzada con los años. Su poesía y su canto, además de sus conversaciones, y, por qué no, hasta su simple compañía son estímulos abrumadores para aceptar la invitación a trabajar los materiales que van quedando amontonados en los remansos de las corrientes de los acontecimientos. En cierta forma vuelve porque él mismo es la invitación. Donde vaya encontrará su propia casa, pues la poesía sólo vive en la poesía. Pero no al modo erudito, sino en la multiplicidad de voces que la constituyen. De este modo, el poeta Micharvegas fue invitado para descifrar la aparente paradoja de que, a fin de cuenta, los invitados éramos nosotros. ¿Y no es ese justamente la ambición de la poesía, esto es, dejar una interrogación tan tenaz que el presente sólo pueda abrirse ante la solicitud de un futuro que “golpea a la puerta”?

Así, cuando alguien llama a la puerta, ponemos en suspenso la continuidad de lo que estamos haciendo, y nos dejamos atraer por aquello que espera en el umbral....







sábado, 9 de febrero de 2013

Un concierto junto a Eduardo Peralta...



Este próximo lunes 25 de febrero tendré una presentación junto a Eduardo Peralta...
Para quienes saben de la "Nueva Trova Chilena" (por nombrarla así), seguramente está demás manifestar lo significativo que nos resulta a nosotros, los nuevos cantautores chilenos, compartir el escenario junto a quien fuera nuestra primera referencia local posterior al movimiento de la Nueva Canción Chilena.