miércoles, 30 de diciembre de 2015

"Islas perdidas"

Alguien define a los artistas sin fama como "islas perdidas" en el anonimato de sus esperanzas. Es una buena metáfora, sí... Islas esperando ser descubiertas claro está, y esto, en términos de energías invertidas por el propio "artista" incluso, infructuosamente cuando más aún ya no depende de la magnitud de sus esfuerzos en ello, ¿vale la pena?... Lo pregunto porque alguno por ahí se mantiene esperando más bien al fragor de una idea fija en tal sentido, que al de los progresos en cuanto a la calidad de su obra o producto, y que aún así podría, no obstante, persistir en lo infructuoso...

Escribe aquél -motivo de esta crónica- en relación al disco que quiere grabar, por el que solicita fondos a través de una plataforma en internet, lo siguiente: "mi objetivo, a través de este disco, es llegar a la mayor cantidad de gente posible"... Y bien, puede que efectivamente sea tal su objetivo, pero este individuo es una de aquellas "islas perdidas", y más bien expresa querer "ser descubierto" por cuánta gente convoque más que por cuánto realmente esto se justifique... (Algo así como "cuántos" me conozcan por sobre "cuánto" me conozcan).

Los sueños se desorientan fácilmente, y lo que comenzó como un juego de expresión, una situación puramente creativa e íntima, una inspiración verdadera acaso, de sensibilidades auténticas y legítimas a través del arte, no tarda en convertirse en la desesperación tras el paradigma del artista coreado por las masas, pasando por alto todo desarrollo anterior necesario. Por cierto que me refiero a los "artistas" que tienen afán de poesía en sus textos y otras características afines, pues de lo contrario sabemos de tanta mierda que con muchísimo menos pulcritud a la que me refiero como condición, gozan de la tan perseguida fama en circunstancias que no exigen más que la vulgaridad o el lugar común por decir lo menos, y obviamente en un esfuerzo bastante menos conectado con el alma...

Estas observaciones me parecen un buen ejercicio para la comprensión de uno mismo. A veces te adviertes allí para rectificar ¿no?... Todos están más expuestos a través de las "redes sociales", y es una ventaja cuando de vernos en el otro corregimos lo propio, o bien, reafirmamos aquello por lo cual, con cierta duda quizá, pensamos sea lo menos equivocado.

Javier Farías Aguila





miércoles, 16 de diciembre de 2015

La comunicación escrita (Una Palabra / Gabriela Mistral)

La comunicación escrita ahora tiene retroalimentación directa, y, cada vez más, intenta codificar hasta los recursos volátiles propios de la comunicación oral, y que de tales, no perduraban como la palabra escrita... hasta que hoy, lo espontáneamente "necio" de lo dicho, con toda su nomenclatura indiferente de regla gramatical alguna, perdura en el tiempo tanto como la vergüenza del arrepentido que la dijo. 

La palabra escrita es bella de haber sido tronco, materia bruta, tallada, hermosamente modelada en un tiempo parecido al que se toman la crisálidas para llegar a ser... 

Era una buena pauta de belleza la palabra escrita, y la belleza sume en paz al receptor, que de tal forma pareciera todo comprenderlo mejor, para traspasar algo mejor. 

¿Por qué tanto culto a lo brutal? La percepción del poco tiempo nos sugiere una respuesta: se torna todo súbito y ese tronco se traspasa sin tallar, sin proceso alguno. La norma se transforma en un adaptarnos a la "vanguardia", y la corrección... la corrección ya no acude a la belleza, ni a nada... porque ya no existe.


JFA



UNA PALABRA   

Lagar / Gabriela Mistral / (1954:65)

Yo tengo una palabra en la garganta
y no la suelto, y no me libro de ella
aunque me empuje su empellón de sangre.
Si la soltase, quema el pasto vivo,
sangra al cordero, hace caer al pájaro.

Tengo que desprenderla de mi lengua,
hallar un agujero de castores
o sepultarla con cales y cales
porque no guarde como el alma el vuelo.

No quiero dar señales de que vivo
mientras que por mi sangre vaya y venga
y suba y baje por mi loco aliento.
Aunque mi padre Job la dijo, ardiendo
no quiero darle, no, mi pobre boca
porque no ruede y la hallen las mujeres
que van al río, y se enrede a sus trenzas
y al pobre matorral tuerza y abrase.

Yo quiero echarle violentas semillas
que en una noche la cubran y ahoguen
sin dejar de ella el cisco de una sílaba.
O rompérmela así, como a la víbora
que por mitad se parte con los dientes.

Y volver a mi casa, entrar, dormirme,
cortada de ella, rebanada de ella,
y despertar después de dos mil días
recién nacida de sueño y olvido.

¡Sin saber más que tuve una palabra
de yodo y piedra-alumbre entre los labios
ni saber acordarme de una noche,
de una morada en país extranjero,
de la celada y el rayo de la puerta
y de mi carne marchando sin su alma!




viernes, 11 de diciembre de 2015

"Luchín" por el Taller de guitarra de la Escuela Melvin Jones, dirigido por Javier Farías Aguila.


Para esta grabación, que comparto más abajo en esta publicación, el grupo estuvo conformado por Kendra Avila (voz y guitarra), Matías Matamala, Cristobal Matamala, Maxi Lienqueo, Felipe Huanquel, Alex Yebul, Kevin Lezana, todos en la ejecución de guitarra; y quien escribe, Javier Farías Aguila, en la dirección, arreglos, guitarra y voz. 

Versión grabada, y en un solo registro de ejecución grupal (seleccionado de 5 tomas en total), en los estudios de grabación del Departamento de Cultura de Pudahuel, por gentileza de su encargado, Manuel Escobar Carrasco, el día 2 de diciembre de 2015. 


A estos niños, para ésta, que ha sido su primera grabación, se les indicó además que añadieran, libre y espontáneamente, algunas variaciones sobre este arreglo musical, como una manera de invitarlos a comenzar a crear según lo que sintieran. Finalmente, cabe decir que aportaron aquí todo lo que han estado aprendiendo por sí mismos y como alumnos de este taller, pero lo más importante, han dejado acá toda su pasión por la música a través de la guitarra.


Javier Farías Aguila





Estamos en el estudio de grabación del Dpto. de Cultura de Pudahuel,
al cabo de grabar "Luchín"... Diciembre de 2015.

































Javier Farías haciendo clases de guitarra para estos niños del Taller año 2015.






Nuestro taller de guitarra.
Izq. a der. Kendra, Kevin, Maxi, Cristobal y Felipe.


Kevin y Maxi, en el taller de guitarra.

Izq. a der. Kevin, Maxi, Cristobal y Felipe. Taller 2015