jueves, 26 de septiembre de 2013

La humildad es fundamental para merecer el cariño del otro...


La humildad es fundamental para merecer el cariño del otro... Aquí, en la manifestación artística, muchas veces, y en contradicción con la esencia espiritual del arte, abunda todo lo contrario: el desprecio y la altanería... Es parte del paisaje que observamos abordo de este tren...
Me parece, esta condición, indisoluble del sistema político, económico y social que nos limita... Se confunde, muy a menudo, la superación personal con querer ponerle el pié encima al otro. Hay mucha soledad. La dispersión es el éxito del sistema para mantenerlo vigoroso. Casi sin darnos cuenta, esta circunstancia se ha convertido en un "adoctrinamiento" muy efectivo para mantenerlo todo tal cual, y cada vez peor. Se vive en un medio acuático que nos exige saber nadar, y aprendemos a hacerlo cada vez mejor, sino, sucumbes...

Esta elucubración no pretende dar luces de algo así como un apostolado personal respecto de conductas intachables. Somos parte de lo mismo... Pero hay una inclinación, una apertura al ejercicio de mirarnos cómo vamos por la vida, cómo vamos por dentro. A fin de advertir la deformación, que en definitiva, nos hace tan infelices.

Sucede que me canso de ser hombre
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

Neruda, de pronto, nos sale al encuentro con estos versos. Seguramente fue un momento oscuro, tan hermosamente iluminado en su retina verbal... Bien nos viene al caso...

En nuestros días, vivimos también una decepción momentánea... más tarde, seguramente el vino, la comida, la fiesta de cada cual con cada quién, la memoria fugaz (acaso necesaria), pero no el amor verdadero, nos prodigarán una felicidad impenetrable, una discusión, un consenso, una idea nueva, una forma de cambiar, una expresión de "lealtad infranqueable" en la cofradía de las nubes... y que más tarde se desvanecerá... 

Sin excepciones, la contradicción nos habita, pero las hay de diversos calibres. Algunas muy risibles, muy destructoras de las expectativas afectivas que teníamos del otro. No obstante, al mismo tiempo, ha surgido de aquél una revelación singular en su mirada, que te dice: "discúlpame que te mate, pero, igual en 'el fondo' te quiero"...



Javier Farías Aguila










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