domingo, 27 de julio de 2014

La brutalidad.

Para quienes no importa que desaparezcan las bibliotecas
el mundo se sostiene nada más
que en la rugosa mano de sus madrugadas invariables
y en el devenir eterno de la bondad de Dios, ajena.

No existe más explicación ni más certeza

que la del gatillo custodiando las hogueras
donde humearon las palabras, las ideas.



Javier Farías Aguila







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