sábado, 25 de febrero de 2017

Hélène, la joven francesa tocando en el Metro de Santiago...

Hélène estaba ahí, escuchándome sentada desde un rincón, de alguna manera tratando de pasar desapercibida, ya sea viendo su teléfono celular o desviando la vista a ratos, pero estaba ahí, con discreción amable, escuchando con atención. Yo lo sabía. Pero salvo en algún momento en que coincidieron nuestras miradas y aproveché de hacerle un gesto de saludo, no la volví a mirar directamente mientras yo cantaba.

Al cabo de 5 canciones, estando yo muy cansado de seguir cantando y tocando guitarra en esta estación del Metro, cosa que llevaba haciendo por más de 2 horas ya, me disponía a finalizar este "concierto" que Hélène escuchaba con interés. Me paré de mi silla, estiré mi espalda, mi cuello y mis dedos, apagué el amplificador de sonido, y mientras me inclinaba a recoger las monedas recibidas aquella jornada, se acerca Hélène a saludarme, expresándome su preocupación por no poder darme más que unas pocas monedas chilenas con las que contaba, dejándomelas con delicadeza junto a las otras. Yo le dije que no se preocupara por ello, que agradecía lo valioso que era para mi ser escuchado por la gente. Luego nos presentamos mutuamente.

Hélène es ciudadana francesa y era su primera vez en Chile. Aquel día, 23 de febrero, ella estaba en esa estación del Metro de Santiago porque desde allí salían los buses al aeropuerto. En pocas horas más pondría fin a su visita tomando el vuelo a París. 

Ella me manifestó su interés por 2 temas en particular que yo había interpretado: Rin del Angelito y Run Run se fue pal' norte, ambos de Violeta Parra, sobre los cuales yo hice algunos arreglos fusionándolos a modo de homenaje. Capturó su atención principalmente el ritmo en la guitarra, el Rin, cuyo origen le expliqué que se hallaba en la Isla de Chiloé y que Violeta rescató o tomó producto de su investigación folclórica en el sur de Chile. 

Volví a tomar mi guitarra para explicarle pulsando las cuerdas, pues ella me contó que estudió por 11 años este instrumento, por lo tanto lo conocía muy bien. Después la invité a sentarse en mi silla para que tocara algo, y así, a pesar de su nerviosismo evidente, y con mucha humildad, ejecutó con pulcritud técnica tres piezas de guitarra clásica, comenzando por una de Francisco Tárrega. Algunas personas se quedaron absortas escuchándola y hasta monedas siguieron echando mientras ella tocaba. Yo le hice un gesto de que tendría que sacar ese dinero para dárselo, a lo que respondió riendo con inocencia...

Bien, en resumen, Hélène sabía de Violeta Parra, pero no conocía estas canciones que yo canté. Ella me contaba que hace 5 años que no tocaba guitarra clásica de manera habitual... Le interesaba por estos días cantar con su guitarra, y tenía interés por las canciones de Brassens también, pero le parecían muy básicas en lo guitarrístico. Buscaba sonidos nuevos, canciones acompañadas con una guitarra de mayor trabajo, y en tal sentido el ritmo de éstas de Violeta capturaron su interés. 

Hélène me contó que cumplía 5 semanas en Chile. Santiago fue solo una ciudad de paso para ir a su destino principal que era la patagonia chilena (Coyhaique y sus alrededores), también Viña y Valparaíso. Su aspecto de ojos azules pequeños y cabello rubio, tez clara, delgada y de estatura media, le daban una apariencia de fragilidad... sin embargo cargaba una gran mochila y viajaba sola, con total seguridad... Hablaba bien el español, sin haber vivido en España y con tan solo haberlo estudiado.

No sé si ella sea un ejemplo a partir del cual podamos generalizar, pero, como sabemos, y esto lo confirma una vez más, la preparación intelectual de la persona del "primer mundo" nos deja tan atrás a los latinoamericanos. Me explico: ella estudió 11 años de guitarra clásica y no se dedica a ello, adquirió 4 idiomas y no son su profesión. Son solo parte de sus recursos obtenidos en un medio que le permitió una formación íntegra ("íntegra" para nosotros, poco más que básica para ellos). Sin embargo, ella no contaba con mucho dinero, es más, en Valparaíso trabajó por alojamiento y comida, por lo tanto, sabía muy bien de sacrificios para sostener su aventura en Chile, y esto podríamos entenderlo como cierto valor humano presente en su forma de ver el mundo, además sin presunciones de ningún tipo, cosa que quedó demostrada también en su pudor de tomar la guitarra -a solicitud mía- en una estación del Metro de Santiago, y logrando hacerlo muy bien desde el comienzo, sin siquiera soltar los dedos previamente, y con un pequeño temblor en sus manos debido a los nervios, con la gente pasando a su alrededor, etc. Aún así estaba concentrada en su ejecución... 

El latinoamericano que alcanza tal nivel de preparación suele ostentar, porque su entorno de origen no cuenta mayoritariamente con tal nivel de formación intelectual. Y después de "víctima" de un sistema socioeconómico injusto (mala distribución de la riqueza principalmente), termina siendo "victimario" con su soberbia y vanidad, desde el otro lado de la valla social. Esto puede darse con mucha facilidad, porque incluso suele ocurrir que quienes no hayan contando con niveles destacados de formación, han de presumir igual con tan poco... Pero esta es una reflexión al paso.

Hélène se llevó mi disco, le regalé un ejemplar cuya caja plástica estaba muy destruida, pues justamente ese día yo había vendido los ejemplares nuevos y sellados que me quedaban, aquel que le regalé era una muestra abierta, la cual estaba deteriorada por mis traslados continuos al metro.

Cuando Hélène ejecutaba la guitarra en el Metro, en el pequeño escenario que tenemos los músicos del programa "Música a un Metro", quise retratarla con la cámara fotográfica de mi celular pero tenía agotada la batería, no pude. Le ofrecí sacarle fotos con el suyo, por lo tanto se llevó el recuerdo gráfico de su anécdota inesperada de tocar en el Metro de Santiago, finalizando de tal manera especial su visita a Chile.



Javier Farías Aguila






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