domingo, 15 de enero de 2017

La manzana disfrazada

Mi abuela, frecuente consumidora de naranjas y manzanas, tiene la costumbre de pelarlas con sumo cuidado, de modo que la cáscara quede convertida en una suerte de cinta contínua de principio a fin, para colgarla luego en cualquier parte de la casa a modo de aromatizante natural; entonces, yo decía ¿cómo puede alguien perder el tiempo en ello? (yo despellejo las frutas con total brutalidad, rápido, y a veces sin paciencia, para luego botar la cáscara, y continúo en mis cosas "importantes")...

No pretendo dar cuenta de moralejas o lecciones baratas, pero, un día, al llegar a casa, me encuentro con un resultado distinto de aquello que, muy por el contrario de mi estimación posterior en este caso, consideraba de la más completa inutilidad, cual es la forma de pelar la fruta que tiene mi abuela; pues bien, aquel resultado se trataba de esto que fotografié (ver más abajo): una manzana verde cubierta con la piel cuidadosamente desprendida de la naranja, lo que me pareció, en su conjunto visual, una forma de arte o de belleza ¡qué duda cabe!...yo solo busqué un fondo oscuro para plasmar esto que mi abuela hizo... Y le dije -Oiga ¡esto es una verdadera obra de arte!...

Un par de días después, en medio de una circunstancia absolutamente distinta para mi, de lo que fue aquello de la naranja, mi abuela me sorprendió diciendo: -Tengo hambre, voy a tener que acudir a una "obra de arte"... Yo pensé, será que le falta dinero para comprar algo u otro inconveniente, y aquello de su mención de "la obra de arte" lo relacioné con ello en el sentido de que tendría que buscar la forma de arreglárselas para satisfacer su hambre, a lo que respondí - Pero si tenemos hartas cosas para comer ¿qué le falta?... Pero ella se refería a la manzana cubierta con piel de naranja, que era la única que le quedaba, y comenzó a desvestir "la obra de arte" para simplemente comérsela, con la misma inocencia y con el mismo despropósito artístico.

Como verán, las consideraciones o las etiquetas, buenas o malas, eran solo mías: ella solo vive y disfruta a su modo lo que se le ocurra hacer a sus 80 y tantos, sin complicaciones ni conclusiones ni análisis de ningún tipo, ya sea vistiendo una manzana con piel de naranja o luego comiéndosela o lo que sea, en una especie de contemplación de lo simple sin siquiera proponérselo como tal.

Supongo que para tal edad ya no hay tiempo que perder pensando "qué se pierde" haciendo lo que se nos ocurra hacer, bien o mal, útil o no... Yo todavía tengo tiempo para complicarme la vida... No, mentira. En realidad nunca lo he tenido... nadie lo tiene para eso... (Finalmente, llegué a la "lección barata" de esta historia aunque dije que no lo pretendía...los engañé...)


Cuando terminé de escribir esto, con cierta expectación por saber cuál sería su impresión de tenerla como protagonista de lo escrito, se me ocurrió leérselo a mi abuela, al cabo de lo cual me dijo - ¿Para qué pierde tiempo escribiendo tonteras mijito?...

Javier Farías Aguila














1 comentario:

Unknown dijo...

Jaja encontre maravilloso el relato la historia, la paciencia de pelar la naranja eso lo vi muchas veces hacer la tirita enroscada de naranja que finalmente yo convertia en una falsa o hueca y mas de alguna broma realice.... con la simpleza que ella lo dice de no pierda tiempo en escribir leseras ....yo hare lo mismo ....no sigo perdiendo tiempo hay mucho q hacer amigo javier jajajaja...