martes, 28 de agosto de 2012

Luz de vela...


Anoche, por motivos que no tienen más importancia que su agradable consecuencia, se nos cortó la luz... Es probable que a muchos les deba ocurrir, pero, en estas ocasiones, con el silencio de la noche, con la vela que tuvimos que encender, uno piensa en las cosas que se dejaron de hacer con los años, en el sentido de la contemplación, de los elementos simples que nos han permitido cierto desarrollo interior humano, como una buena conversación con aquel al que comenzamos a valorarle en nuestra necesidad de compañía y aprendizaje mutuo, como la lectura en voz alta para que un niño sueñe de noche lo que inventará de día, como el audio de una radio a pilas sintonizada en onda corta, etcétera... Reflexionamos acerca de la profundidad que hemos dejado a un lado, paulatinamente, en la ocupación mental que nos demandan los "ruidosos" e invasivos objetos de consumo masivo, y que conforman la llamada "cultura chatarra", en su estrecha relación con la dinámica de la economía de libre mercado en la que estamos insertos. En estas circunstancias, que parecen insignificantes, cuando simplemente se ha cortado el suministro eléctrico, el alma encuentra, paradójicamente, cierta luz, cierta amplitud repentina de su espacio cada vez más estrecho y oprimente, encuentra cierto descanso, un respiradero...
Lo que veo muy complicado es que las nuevas generaciones no tendrán conciencia alguna de esta sensación de pérdida, que uno aún es capaz de percibir y añorar. Simplemente, no saben sino vivir con lo que han crecido... ¿Los nuevos frutos, tendrán su cáscara cada vez más férrea e impenetrable?... En fin.




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