martes, 4 de febrero de 2014

ARRAU: Acerca de la dictadura, la religión y el egocentrismo de los artistas

Destaco:
Del libro
GENTE DEL SIGLO XX
Crónicas culturales.
Luis Alberto Mansilla
Edit. LOM.



Del capítulo:
Claudio Arrau: La magia y el genio.


Extractos:

A propósito de sus opiniones políticas, es oportuno consignar una pequeña anécdota personal. Cuando yo trabajaba en París, en 1978, Arrau ofreció dos recitales en el Théâtre des Champs Elysées. Conseguí entradas en la galería y no era mi intención ejercer mi profesión de reportero, sino admirar como melómano al maestro.Tocó cuatro sonatas de Beethoven. El público tuvo la reacción fervorosa de siempre. En la pausa encontré en el buffet a la escritora María Flora Yañez, a quien había entrevistado en Chile. Visitaba a su nieta Carmen Castillo y me contó la terrible experiencia vivida por ella en Chile. Fueron a su departamento en Santiago en busca de su nieta y como no la encontraran, se llevaron detenida a la abuela a pesar de su avanzada edad, de su obra literaria y de sus parientes ilustres. Vivió varios días en una celda para delincuentes comunes y fue tratada brutalmente. Me preguntó si no había intentado solicitar a Arrau una opinión sobre la dictadura. No lo había pensado siquiera, tal vez porque me parecía un desatino y además el acceso al pianista era muy difícil. La escritora dijo que era amiga de la familia Arrau desde hacía largos años y que Lucrecia León y hasta el mismo Claudio habían sido sus huéspedes en Santiago en muchas ocasiones. "Tienes que sacarle una declaración para Radio Moscú", insistió. Confieso mi escasa valentía de reportero y mi comodidad de melómano. María Flora me dijo que me acompañaría a una recepción que le darían a Arrau ese mismo día en el teatro, ya que coincidía con su cumpleaños número setenta y cinco. Decidí huir del teatro apenas terminaron los aplausos. Pero al bajar la escalera de la galería me encontré con la tenaz escritora dispuesta a acompañarme al cóctel  en el foyer del teatro. Había allí gente muy distinguida e indiferente. Me sentí como "pollo en corral ajeno". Afloró más que nunca mi rechazo por los salones franceses o por cualquier salón. Además, era muy poco lo que tenía que ver con la Radio Moscú. Arrau apareció al cabo de unos treinta minutos con aspecto cansado y ausente.  Fue felicitado con besos y abrazos por su cumpleaños. María Flora, tomada de mi brazo, se acercó al grupo. Él la abrazó emocionado y le dijo que sabía lo que le había ocurrido. "No importa -dijo ella- lo que me haya ocurrido en esa dictadura de salvajes. Lo que deseo es que le digas a este amigo de la Radio Moscú que tú no estás con Pinochet". Recién Arrau reparó en mi. Desde los brazos, que no lo soltaban, de María Flora, me dijo: "¿Cómo podría estar con un gobierno de criminales? Ellos asesinaron la democracia que había en Chile".

(...)

En sus conversaciones con Joseph Horowitz, Arrau se manifiesta irreligioso y próximo al ateísmo:

Fui criado en la religión católica, pero la abandoné cuando tenía quince años. Sólo me confesé una vez y me pareció absolutamente ridículo. Una sola vez tomé la comunión: Me repugnaba la idea de tragarme la persona de Cristo. Me parecía un verdadero acto de canibalismo. Y descubrí que muchos de los dogmas católicos servían al poder de la iglesia. En realidad no me volví contra el catolicismo. Es solo que este perdió toda actualidad para mi.

En su retiro de Douglaston posee una nutrida biblioteca. Lee cuando está allí un promedio de tres horas diarias. Sigue leyendo en los aviones, en las esperas de los aeropuertos. Le interesan todos los géneros, en especial los ensayos y las novelas. Va al cine en cualquier rato libre. Sintió rendida admiración por Greta Garbo y no se perdió película de Bette Davis. Le impresionó especialmente el film de Ingmar Bergman Sonata de otoño, que narra en tono descarnado la fría relación de una pianista famosa con su hija. Confiesa:

Este film me hizo sentir algo culpable. Sentí que yo podría haber terminado de la misma manera. Me recordó los peligros del egocentrismo en los artistas. Es inevitable la vanidad al principio. Es algo contra lo que se debe luchar toda la vida. Y se torna más y más fácil combatirlo. Ay, casi siento fobia contra los intérpretes egocéntricos.






(Selección: Javier Farías Aguila)







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