miércoles, 14 de mayo de 2014

Un propósito interior...

El gran enemigo de los proyectos artísticos es la falta de pericia para concretarlos en medio de las exigencias de la vida común (ha sido la complicación de siempre)... Muchos de aquellos que se han tomado en serio este trabajo se ven mermados en sus esfuerzos, porque el precioso tiempo del ocio necesario es muy escaso. Ese que debemos invertir en tanto que leer y estudiar para pasar a comprender lo necesario, y de tal forma hacernos de las armas pertinentes...

Hay de todo en estas circunstancias del arte... Joan Turner, viuda de Victor Jara, en una conversación que tuve la dicha de sostener con ella en 1998, me habló de la destreza de su compañero en ese sentido: "Victor era muy hábil"...

Hay también quienes teniendo la habilidad o la suerte para contar con el tiempo "sin pasar hambre", carecen del talento pretendido. Así como quienes están llenos de ideas que claman por la dedicación del caso, pero, la vida no les perdona a los artistas, en una suerte de ironía, y literalmente de acuerdo a las dos interpretaciones del sustantivo, robarle horas al sueño... De allí la pericia... Así como también nos encontramos con la situación ideal de algunos poquitos privilegiados que pertenecen a familias pudientes (pensaba en un Huidobro). Y aquello lo aprovechan muy bien o lo derrochan sin destino. Hay, finalmente, los que luchan toda la vida...

Pero, por cierto que existe belleza también en el desafío de lo que a cada cual le toque. Donde lo feo sea la vanidad y no la cobardía. Hay belleza en la incertidumbre, en la oscuridad, en no entender nada de nada si a partir de entonces desplegamos el intento...

Mas, pobre del que llora su agonía, pobre aquel de la emboscada mayor que resulta de la sensibilidad extrema y taciturna de "un sueño" resbaloso como un pez ... Víctima de ser el personaje y no su representación  impermeabilizante, aquella con la cual vaya provisto de lo necesario para el éxito de la expedición, acaso tenga muy claro los riesgos de emprenderla, y renunciando a la distractiva adulación barata y prematura, con su altura seductora de ola fugaz... Hablo de la representación de nuestra verdad, no obstante, no la de representar un dolor sin la herida, sin el alma, sin la integridad.



Yo quiero hacer una canción intensa, de mover "los labios a risa y el corazón a pena"... Una canción de primer orden, acaso para un público masivo o no... Pero, solo es una expedición (aunque nada menos), y tal vez se valga del tiempo que signifique una vida entera... El tiempo nos apremia (pero pudimos haber muerto más jóvenes, pudimos no haber tenido carne ni para respirar -el sentido puede estar antes o después del verbo-)...
Habrás de morir feliz en un intento que realmente haya valido la pena, antes que nada, en su propósito interior.


Javier Farías Aguila





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