jueves, 22 de mayo de 2014

Dalí...

A pesar del rechazo que nos provoca Salvador Dalí en su condescendencia histórica con el dictador Franco     -en una especie de licencia especial que se permitiera a sí mismo, o que justificara entre sus códigos surrealistas sin límites, rupturistas hasta en lo valórico, lo moral, lo ético, etcétera- el "inescrupuloso genio" aún nos tiene y nos tendrá hablando de él en virtud de su maestría. Aunque en términos escasamente devocionales más allá de su obra... Dalí, mezcla de contradicciones extremas (impredeciblemente negativas en la inútil y persistente esperanza o expectativa de buena parte de su público que no puede ni pudo concebir la incoherencia con tanta belleza emanada de allí mismo), de oportunismo narcisista, de adoración a la frivolidad, mezcla de una sensibilidad oscura, de un amor profano con la publicidad a destajo y de una postura ridiculizante de lo sentimental... Sin embargo -a no ser desde la perspectiva de la tragedia española plasmada con tanta sangre en la historia- no era el monstruo mismo, sino su exaltador asentimentalizado...




Los méritos, la belleza de su pintura sobrepasan toda su deformación manifiesta en términos humanos, y casi en la tentación, para algunos, de querer en ella pasar por alto a su creador, debido a estos bulliciosos y desafortunados pasos a lo largo de su vida tras la tela. Pero, la pintura de Dalí, también es Dalí...










Tomo en cuenta algo interesante, que se destaca además por cierta habilidad literaria del pintor, y que es un extracto que reproduzco del apasionante y documentado libro Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, del autor Ian Gibson.  Libro del que se concluye precisamente, además, una de las contradicciones más impactantes de Dalí, en la circunstancia de su vínculo con el poeta granadino, asesinado entre las sentencias de muerte hasta por arrastre, ordenadas sin contemplaciones por el eterno dictador español, al que, como ya dijimos, Salvador Dalí  -no obstante aún, la desgracia acaecida a su entrañable amigo Federico- brindara su pleitesía pública hasta el final.


Javier Farías Aguila


De:
"San Sebastián", de Salvador Dalí. 
Dedicado a F. G. Lorca.



Ironía

Heráclito, en un fragmento recogido por Temistio, nos dice que a la naturaleza le gusta esconderse. Alberto Savinio cree que este esconderse ella misma es un fenómeno de autopudor. Se trata -nos cuenta- de una razón ética, ya que este pudor nace de la relación de la naturaleza con el hombre. Y descubre en eso la razón primera que engendra la ironía.

Enriquet, pescador de Cadaqués, me decía en su lenguaje esas mismas cosas aquel dái que, al mirar un cuadro mío que representaba el mar, observó: es igual. Pero mejor en el cuadro, porque en el las olas se pueden contar.
También en esa preferencia podría empezar la ironía, si Enriquet fuera capaz de pasar de la física a la metafísica.
Ironía -lo hemos dicho- es desnudez; es el gimnasta que se esconde tras el dolor de san Sebastián. Y es también este dolor, porque se puede contar.


Paciencia.


Hay una paciencia en el remar de Enriquet que es una sabia manera de inacción; pero existe también la paciencia que es una manera de pasión, la paciencia humilde en el madurar los cuadros de Vermeer de Delf, que es la misma paciencia que la del madurar los árboles frutales.

Hay otra manera aún: una manera entre la inacción y la pasión; entre el remar de Enriquet y el pintar de Van der Meer, que es una manera de elegancia. Me refiero a la paciencia en el exquisito agonizar de san Sebastián.

Agrega Ian Gibson, respecto de los textos anteriores:

Dalí quería expresar en "San Sebastián" su estética de la Santa Objetividad: el deber del arte contemporáneo de evitar toda sentimentalidad y de expresar el espíritu "aséptico" de la época. La búsqueda de la luz y de la claridad, búsqueda que caracteriza este momento de Dalí, y que Lorca ya había elogiado en su oda al pintor, es también tema frecuente en las cartas de Salvador al poeta.

(Selección: Javier Farías Aguila)


Lorca, Dalí.





















































2 comentarios:

mary dijo...

A mi me encanta Dali. Fue tan rupturista y imaginativamente genial.

LIBRESENCIA Javier Farias Cantautor dijo...

Dali sedujo y lo seguirá haciendo a través de sus maravillosa obra, que duda cabe, es el aspecto preponderante. Sin embargo, hay cosas muy sensibles, en términos humanos, que ponen en cuestión su conducta... pero también puede ser un asunto de expectativas defraudadas (acaso las mismas que tuvo Federico), las que abrigamos de quienes nos asombran tan profundamente.