miércoles, 9 de abril de 2014

Bueyes, bueyes... (Joaquín Edwards Bello - Crónicas)

Extracto:


"Bueyes, bueyes misteriosos, yo os diré la canción de mi silenciosa admiración", dijo el poeta. No puede jamás nunca caer en el vacío la tarea cotidiana de todas las parejas de nobles bueyes que en la corteza de la tierra hacen surcos y ayudan a nuestro brazo. No puede esa labor de paciencia quedar sin huellas en los trabajos siderales de la armonía infinita. Yo sostengo que el trabajo de los bueyes en la tierra tiene diariamente tanto valor como el movimiento de las estrellas, como la salida y puesta del sol, guardando las proporciones en el ritmo eterno. ¡Ah! Yo he sufrido también en los establos viendo cómo las vaqueras ordeñaban a las vacas ante los terneritos desorbitados y excitados por el miedo y el hambre. Cuando ya han estrujado cuanto les hace falta, entregan las ubres de las vacas hechas una piltrafa a las pobres hambreadas bestezuelas, cuyos hocicos, en la desesperación de sacar el blanco y sedante néctar, hacen daño a sus madres, que mugen y patean de dolor. Tal es el martirio diario e inevitable en las lecherías, donde la especie humana, siempre regalona e hipocritona, busca llenar el déficit de sustento que crece junto con la civilización. 


Joaquín Edwards Bello


de la crónica titulada

La plegaria de la vaca
13 de diciembre de 1924
Libro Crónicas Reunidas ( I )


(Selección: Javier Farías Aguila)





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