miércoles, 9 de abril de 2014

Don Pedro Aguirre Cerda en Le Temps (Joaquín Edwards Bello - Crónica)





Destaco y reproduzco de manera íntegra, del libro Crónicas Reunidas ( I ), de Joaquín Edwards Bello, ésta, con la que ya casi termino de leer el ejemplar completo, que me ha resultado un hallazgo valiosísimo. Son casi 700 páginas de bastante más que un simple viaje a lo que fuimos en la circunstancia nacional y latinoamericana (y que seguimos siendo en lo medular, según vamos concluyendo a lo largo de esta lectura). Un libro ameno, gracioso, honesto, revelador y cautivante. Estuve placenteramente sumergido en cada relato, en su ´conversación´ inteligente, etcétera... Es una tarea que se disfruta mucho: ¡Hay que leer a J. Edwards Bello! Y descubres, además, qué vigentes están sus observaciones y elucubraciones en el ámbito sociológico, su mirada aguda y su ejercicio literario.


Javier Farías Aguila


Don Pedro Aguirre Cerda en Le Temps
6 de enero de 1925

  En París, donde triunfa Jorge Cuevas Bartholin bailando el valse renversante, ha ocurrido una aventura muy graciosa a nuestro ministro renversé, don Pedro Aguirre Cerda. Tengo noticia de la aventura que voy a relatar de una persona altamente colocada y que merece entera fe.
  Después de un copioso almuerzo, nuestro cónsul en París, siempre dispuesto a agradar a los compatriotas ilustres, acompañó al señor Aguirre Cerda hasta las oficinas del diario Le Temps, con cuyo redactor deseaba hablar el ex ministro.
  Le Temps es el diario más antiguo y mejor renseigné de Francia, como The Time en Londres.
  Una vez que llegaron, el señor cónsul preguntó por uno de los directores y presentó al señor Aguirre Cerda en su calidad de funcionario derrocado por la revolución militar.

  -Un de ministres du gouvernement du Chili, renversé par le mouvement militaire...
El director sonrió, encantado, pasó sillas y se puso a charlar exuberantemente de la terrible revolución.
  -¡Es posible que en este siglo haya países que trastornen de esa manera el régimen constitucional! Me parece criminal, decía, esa revolución que cuesta ríos de sangre, propiedades y vidas humanas...
  -No ha sido tanto -declaró el cónsul algo extrañado.
  -Verdaderamente ha exagerado un poco la prensa -declaró el señor Aguirre Cerda.
  -¡Cómo! ¿No hubo saqueos ni muertos por millares?
  -No. Esas son exageraciones de las agencias telegráficas -volvió a decir el ex ministro.
  -En todo caso -dijo el director, siempre solícito e interesado-, voy a llamar al fotógrafo y a uno de los cronistas para que haga una entrevista al señor ministro.

  Al poco rato llegó uno de los empleados del diario con el fotógrafo y un blog note en la mano.
Mostrando al señor Aguirre Cerda, dijo el director de Le Temps:
  -El señor ministro derrocado por la revolución de la China.
  -No, no -rectificó el cónsul-. No se trata de la revolución en China, sino de la revolución en Chile...
  -Voyons -exclamó el periodista enteramente desilusionado, dejando caer las manos-. ¡Du Chili!
  -¿Pero es que ustedes también han tenido algo?
  En Le Temps no recordaban una palabra, porque en verdad el movimiento de Chile fue tomado desde el primer momento como un simple cambio ministerial, un trastorno corriente que ya a nadie interesaba.
  La desilusión estaba pintada en todos los semblantes. El redactor, los fotógrafos y hasta el director se esfumaban discretamente.

  Esta aventura se explica repitiendo que el francés es un señor decorado que no sabe geografía y que la revolución china ocurría casi paralelamente a la revolución chilena. Además de Chili a Pe-Chili no hay gran distancia eufórica. Chile continúa siendo para París la patria de la negrita con una argolla en las narices, como cantaba Mayol...

Joaquín Edwards Bello




(Selección: Javier Farías Aguila)




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